Hace un par de meses, mientras paseaba por las calles de un Madrid que poco a poco se iba vaciando de convivientes para llenarse de turistas, entré en una de mis librerías de confianza. Buscaba un libro, pero aún no sabía cuál. Le dije al vendedor que quería una historia sin una trama compleja, algo que no me exigiera mucha atención, qué bastante tenía yo con todos los relatos y artículos que aún tenía que escribir. Necesitaba ese título de sobremesa que tuviera una historia que me atrapase por su sencillez y me engatusase hasta convencerme de que dejara de hacer algo para ahogarme entre sus páginas.
El librero me preguntó si conocía a Elisabet Benavent. Reconozco que sabía perfectamente quién era por la serie Valeria, y porque la había visto en el Retiro frente a una cola inmensa de lectores en una Feria del Libro. Me la recomendó encarecidamente y puso entre mis manos ‘Un cuento perfecto’. “Además, van a hacer una serie de este libro en Netflix”, remató. Asumo que me convenció. Me picó la curiosidad. Leerme un libro para luego ver la serie y comparar… ¡dicho y hecho! Tenía todo lo que necesitaba como periodista, lector y guionista. ¡Era un escaparate perfecto!
Confieso que el género romántico no me entusiasma demasiado, pero lo tolero y, en ocasiones, hasta me satisface. Y Benavent consiguió engancharme con un estilo de escritura ligero que combinaba dos voces narradoras con una edición bastante cuidada. Eso sí, no catalogaría el libro solo como “romántica” ya que tiene casi que la misma parte proporcional de “erótica”. Pero eso ya son cuestiones de la editorial y el plan de venta a la hora de situar al público al que lo quieren dirigir.
Vengo a hacer este apunte porque, desde mi punto de vista, ¿es necesario dedicarle dos páginas a una felación? Creo que se puede decir más con menos, y que en la sutileza se esconde gran parte de la gracia. En este sentido, Benavent es basta, directa, gruesa, sin tapujos y explícita, cosa que me parece genial, pero reconozco que no es mi estilo. Sin embargo, en la parte emocional, sí que me sentí realmente complacido.
La historia que nos presenta es simple y sigue el arquetipo de ‘La dama y el vagabundo’. Chica rica y chico pobre se enamoran, dos mundos enfrentados por sus abismales diferencias sociales. Cada uno busca rehacer su desastre amoroso particular y, al final, con la ayuda del otro, juegan al amor sin pensar que pueden convertirse en las víctimas de su propio juego. Margot y David son los protagonistas.
Él es un canalla sinvergüenza y descarado. Y ella es una rebelde atrapada en una jaula de oro que se ha olvidado de que las pequeñas cosas marcan la diferencia. Y justo ese es el punto de encuentro entre ambos: la sencillez. Un atardecer, un viaje en moto o un baño en una piscina, ¿quién necesita más para enamorarse? Y ese es el problema, el amor, que llega cuándo y de quién no es esperado.
Pero no es mi papel en este cuento ser el villano del spoiler, sino un comentarista para aquellos que hayan leído la novela. Como lector, me faltó más presencia de Patricia, la hermana de Margot, que sospecha su marido le es infiel. Su trama, opacada por la historia principal, es relegada a un segundo plano, que vuelve a destacar casi cuando la protagonista necesita justificar cierto giro de guion. Por esa parte, mal llevado. Eran los ingredientes adecuados con una mala elaboración. Por dar otra de arena, adoro a Iván y Domi, una pareja amiga de David que son los únicos que hablan con extrema cordura en toda la novela.
¿Y cuál es el problema de todo esto? Que llega Netflix y decide comprar los derechos del libro para hacer la adaptación a serie, pero como el gigante rojo no es que viva sus mejores momentos, uno de sus jefazos (que debió no haber visto que el libro tiene más de 600 páginas) decidió que con 5 capítulos iba que chutaba. ERROR. Es verdad que pocas veces (o casi ninguna) uno queda satisfecho al ver la versión audiovisual de una novela escrita. Pero claro, si una historia tan densa la comprimimos en tan pocos episodios, el resultado es el que es…
En la serie, es cierto que Patricia gana en protagonismo, pero Iván y Domi lo pierden. También se pierden ciertos detalles que están mal referenciados. Por ejemplo, en el libro, David tiene un móvil que más que fotos hace una reconstrucción de píxeles y, en la serie, tiene un IPhone. Y si en la novela más de la mitad es contenido erótico, en la serie esto solo dura un episodio. Es lo que tiene reducir tantísimo las tramas, que haces que el producto sea más acelerado y, por lo tanto, menos creíble.
Algunos diálogos casi parecían sacados del libro modo “copia y pega”. Otros, que son frases icónicas y referenciales (como el famoso: “No te acabes nunca”) se pierden. Los protagonistas cambian. En este caso, David ya no es ese canalla sinvergüenza y descarado, ahora es ciertamente tímido. Y Margot pierde gran parte de su carisma y rebeldía y, en la serie, es mucho menos borde. Al hilo de Margot, mentalmente, jamás la hubiera imaginado encarnada por Anna Castillo, quizás porque tengo a la actriz ubicada en otro tipo de géneros, pero si no terminé de ver en ella al personaje no fue por su culpa sino por la adaptación. Eso sí, las localizaciones estuvieron muy bien conseguidas.
Pese a que la serie ‘Un cuento perfecto’ no deja de ser un tráiler resumen de algunas escenas emblemáticas de la novela homónima, hay una crítica que debo hacer a ambos productos, al escrito y al grabado, y es su final. Evidentemente, no desvelaré cuál es, pero sí advertiré que es dual.
Benavent, en este caso, decidió darle dos finales a su libro para que cada cual se quedara con el que quisiera. Esto me pareció poco realista, y por eso catalogo a este cuento como “imperfecto” porque, como lector, si me has llevado por un camino contándome una historia, y con un pacto de credibilidad de por medio, es para que me relates el verdadero final, no para que me des dos opciones. Para eso, ya tengo yo mi imaginación o esos libros de esos de “elije tu propia aventura”. Y Benavent, en este caso, demostró cierta cobardía al no mojarse ante sus lectores.
Igualmente, Netflix hizo lo mismo en su adaptación. Al final, tras consumir sus productos, ves ambas realidades, pero no la definitiva. Y creo que lo que hace perfecto a un cuento es su final, no sus distintos multiversos, que para eso ya está Marvel que, de cuento y de género romántico y erótico, tiene bastante poco.
En definitiva, ‘Un cuento perfecto’, como libro, podría ser mucho más breve si no se ahogase en descripciones tan grandilocuentes y recortase algunas escenas eróticas, independientemente de lo explícitas que sean. Enriquecería esta historia abogando más por el humor de los personajes secundarios y por la sencillez de una trama romántica sin grandes expectativas que las de estar y ser en el momento adecuado con la persona adecuada.
Por su parte, como adaptación, es precipitada. Si bien hace de los defectos del libro, una virtud, pierde en detalles que para los lectores son esenciales. Eso sí, los que vean la serie sin leer la novela, no lo notarán y puede que esta crítica no les aporte nada, pero como dicen a menudo, y con razón: “Si les gusto la serie, léanse el libro”.