Esculpir madera no es su oficio. Él trabajó en la extinta Santana Motor. Sin embargo, ha aprendido a conocer el alma de la madera y la técnica de manipularla con el mimo del artesano. Alfonso Armijo es uno de los tallistas más prestigiosos de Linares. Sus manos han transformado troncos anárquicos en auténticas obras de arte.
De una manera casi imperceptible, el espíritu del escultor impregna estos días la sede de la Asociación de Vecinos Los Ríos con una exposición de pasos de la Semana Santa linarense a escala. La exhibición es una oportunidad no solo para recorrer la trayectoria del maestro local, sino para redescubrir las imágenes cofrades a través de otra perspectiva, en la que muestra los valores intemporales de la Semana Santa con la proporción y la exactitud como belleza.
A sus más de 80 años, Alfonso Armijo es poseedor de un saber y habilidad única, casi perdida, que plasma en los tronos de las distintas hermandades que procesionan por las calles de la ciudad. «A él no le gusta nada darse importancia, pero la verdad es que lo que ha hecho es precioso y las personas que lo ven se quedan alucinadas, incluso aquellas que no tienen espíritu religioso», comenta Isabel, una bañusca residente en la Estación Linares-Baeza que conoce a la familia del autor.
Su éxito es casi mágico. A estos pasos, por ejemplo, les dedicó más de cuatro años de trabajo en su casa de la calle Río Guadalbullón, a dos pasos del Estadio de Linarejos, donde acude cada domingo a ver al equipo que representa otra de sus grandes pasiones, el Linares.
Sus creaciones dejan con la boca abierta al visitante, tal y como pudieron comprobar los representantes políticos de la localidad que se pasaron por la sede vecinal en la inauguración de la exposición. Entre ellos el alcalde, Javier Perales, y la concejal y candidata a la Alcaldía por el Partido Popular, Auxi del Olmo.
Alfonso Armijo está ahora más retirado debido a algunos problemas de salud y a la edad. Pero no abandona la tentación irrefrenable de dibujar con los ojos el tronco cuando aún no es más que un trozo de madera, aunque ya no puede esculpirlo como antes.
