Los camposantos guardan un elevado valor artístico, antropológico y patrimonial. Tanto es así que muchos de ellos atesoran la historia en recorridos que se han convertido en lugares a visitar por todos los viajeros del mundo. El Cementerio Inglés de Linares es un ejemplo de ello.
La participación del camposanto en el concurso de cementerios de España, organizado por la revista ‘Adiós Cultural’, ha impulsado también su promoción. Este año recibió el premio al tercer mejor cementerio del país en la categoría de Mejor Monumento, solo superado por el de San José de Cabra, en Córdoba, y el de Reus, en Tarragona, primero y segundo, respectivamente.
Ese impulso se ha visto, además, reforzado con la apertura al público de su propio Centro de Interpretación, donde el visitante puede repasar material fotográfico, informativo y divulgativo sobre la presencia evangélica en la ciudad que hunde sus raíces en una colonia de extranjeros que llegó de las islas británicas y otros puntos de Europa a mediados del siglo XIX debido a la impronta industrial de Linares por la minería.
La inauguración, que contó con la asistencia de concejales de la Corporación Municipal, representa un acicate más para difundir la historia de este significativo lugar y los personajes que descansan en él, como Carlota Remfry, escritora y traductora, cuyo nombre lleva la Escuela Oficial de Idiomas.
El cementerio, fundado en 1860, conserva sus costumbres intactas, como el ritual de enterramiento, tal y como se hacía en el siglo XIX. Gracias a este camposanto, Linares se hizo más cosmopolita, tolerante y librepensadora, tal y como el propio Thomas Sopwith, propietario de la Mina-Fundición La Tortilla y primer vicecónsul británico de Linares, recogería en su diario. «Difícilmente me esperaba en esta parte de España encontrar un cementerio protestante junto al cementerio general del lugar».