Mayo de 2018 marcó un antes y un después en Mengíbar. En ese mes, después de unas intensas labores arqueológicas, se descubrieron sepultados bajo la tierra en forma de piedra los restos de un pasado que redimensionan la Historia y marcan dos hitos clave: uno geográfico y otro histórico.
Son las dos bases del Arco de Jano Augusto, cada una de cuatro metros de ancho, construidas alrededor del siglo I, con estructura de piedra arenisca de la zona, y levantadas con el hormigón llamado opus caementicium. Se trata de un monumento que ejercía de línea divisoria entre dos provincias romanas, la Tarraconense y la Bética, en la Vía Augusta. Oficiaba, además, de kilómetro cero de la segunda.
La importancia histórica de este hallazgo es extraordinaria, tal y como se pudo descifrar en el Seminario ‘Monumentalización de las fronteras interprovinciales romanas en Hispania: el Ianus Augustus’, organizado por el Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén y la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
Este encuentro, con presencia de investigadores e historiadores de primer nivel contó con la asistencia del alcalde de Mengíbar, Juan Bravo Sosa, quien destacó la enorme relevancia que este hallazgo no solo ha tenido para el municipio, sino para la propia arqueología.
Así se habló de la singularidad de este tipo de enclaves monumentales para estudiar las distintas fronteras interprovinciales romanas que existían en Hispania. «Para nosotros supone un tremendo orgullo participar en estos eventos del más alto nivel científico para poner en valor aún más el hallazgo del Arco de Jano Augusto», remata el regidor.
Fotos: Universidad de Jaén
