El final de otro negocio mítico de Linares

Mari Ángeles Rivera Rodríguez (Linares, 1958) ha decidido poner fin a su vida laboral al frente del videoclub que lleva el apellido de su padre, un reconocido comerciante de la calle La Virgen. En poco tiempo, su establecimiento pasará a la historia como otras muchas empresas familiares que, por un motivo u otro, han ido desapareciendo del callejero comercial de la ciudad. Negocios míticos que quedarán grabados en el memoria colectiva de los linarenses.

Ella baja la persiana, después 37 años ininterrumpidos de actividad, por jubilación. Le ha llegado la hora de disfrutar de la madurez alejada de un local por el que han pasado generaciones enteras no solo vecinos de la ciudad, sino de los pueblos de alrededor. Primero en la venta y alquiler de películas y, después, como surtidor de todo tipo de chucherías, golosinas, frutos secos, refrescos…

Mari Ángeles es una mujer sencilla, de voz suave y alma bondadosa. Se despide de su coqueta tienda con el orgullo y la satisfacción de haberse ganado la confianza y la estima de sus fieles clientes. «Nunca he engañado a nadie. Siempre he sido justa con la gente», asegura con humildad.

Para hablar del Videoclub Rivera, primero hay que hacerlo del taller de bicicletas que fundó su padre José Rivera a mediados de la década de los 40 y, unos años más tarde, de la famosa tienda de juguetes pegado a este. Ella, como sus hermanos José y Antonia, ha echado los dientes en la calle La Virgen. Luego, el destino quiso que Antonia se dedicara a la docencia y José al sector de la electrónica.

Mari Ángeles apostó en 1985, junto con su hermano, por embarcarse en un negocio floreciente por aquellos tiempos: los videoclubes. En Linares surgieron como setas hasta saturar el mercado con casi 50 establecimientos dedicados a lo mismo. No había barrio en la ciudad que no tuviera uno o dos locales en los que triunfaban las películas de Andrés Pajares y Fernando Esteso; Bud Spencer y Terence Hill y los clásicos hollywoodenses de los 80, como ‘Regreso al futuro’, ‘La mujer de rojo’, ‘Juegos de Guerra’, ‘Terminator’, ‘ET’, ‘Rambo, acorralado’, ‘Los Goonies’ y un largo etcétera, en sus distintos formatos de VHS, Beta o 2000.

Con la llegada de las cadenas privadas, muchos videoclubes acabaron cerrando para ajustar el mercado a la oferta y demanda. Y esos fueron «los mejores años» de Rivera hasta que, poco a poco, la digitalización y las nuevas tecnologías fueron consumiendo el sector hasta hacerlo prácticamente desaparecer.

En ese momento, Mari Ángeles decidió reinventar el modelo de negocio y dedicarse casi por entero a la venta de chuches. Sin embargo, la pandemia del covid supone un antes y un después para ella. Las cuentas no salen como antes y comienza a rondar por su cabeza adelantar la jubilación. A esto se ha sumado la subida general de los precios que hace cada vez más inviable sostener cualquier trabajo autónomo.

Mari Ángeles ha puesto en alquiler o venta el establecimiento donde ha pasado toda una vida al servicio del público. Hasta tal punto, de que tiene las golosinas más «blanditas» de la ciudad. El secreto no es otro que colocar un vaso con agua en el interior de las vitrinas. Así se mantiene frescas y no pierden la esencia.

El adiós de Videoclub Rivera ha rebasado las fronteras de Linares. Las redes sociales del movimiento nostálgico ‘Yo fui a la EGB’ se han hecho eco de su cierre con una publicación que lleva más de 1.500 interacciones en Facebook, entre las que se encuentran comentarios de linarenses que residen en otros lugares del país y recuerdan cuando iban al alquilar una peli o a comprar golosinas a Rivera. También ha tenido una amplia repercusión en Twitter. Y es que la pérdida de un establecimiento tan emblemático siempre es una triste noticia.

Otro que nos deja, en Linares (Jaén). pic.twitter.com/eQI6DwwlTQ

— Yo fuí a EGB (@YofuiaEGB) June 8, 2022