María Camacho es médico y hermana de la Cofradía del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Esperanza. Le viene de familia. De niña ya salía con sus primos. Este 2022, volvía a procesionar por las calles de Linares tras cuatro años de ausencia, dos por la pandemia y otros tantos a causa la lluvia. Lo hizo con sus hermanas pequeñas en una tarde brillante de Viernes Santo.
La estación de penitencia marchaba a pedir de boca, las calles estaban atestadas de público y la ciudad disfrutaba de una de sus hermandades más populosas y queridas. Sin embargo, un giro dramático de los acontecimientos hizo que el corazón de María Camacho se encogiera cuando escuchó: «¿Hay algún médico en la procesión? Un hombre mayor había sufrido un golpe de calor y necesitaba atención sanitaria.
Bueno por ✨petición popular✨ (y aunque la historia no da mucho más de sí) procedo a contar cómo acabe gritando SOY MÉDICO vestida de penitente
— Mery🐝 (@_MIRypoppins) April 16, 2022
Abro hilo 🧵 pic.twitter.com/Gi8R99HEi7
María Camacho no se lo pensó dos veces, se salió de la fila de penitentes y se dirigió hacia donde estaba la persona mareada. «Con la túnica por el suelo, la capa volando y el capirote aún puesto, dándole a todo ser humano alrededor, dije de tumbarlo y subirle las piernas y empecé a hablar con él. Me miraba en plan ‘debo estar delirando porque un penitente me está haciendo una anamnesis«, relata en el hilo de su historia que se ha hecho viral en Twitter.
Todo ocurrió en la calle República Argentina, en medio de un revuelo impresionante, sobre las tres y media de la tarde, con una máxima de 27 grados de temperatura.
Natural de Talavera de la Reina, aunque de descendencia linarense, esta médico de 24 años aún no se cree la que ha liado en la red social. Su hilo lleva más de 1.800 retuits y supera los 15.300 me gusta.
El año pasado se graduó en Medicina por la Complutense de Madrid y acaba de completar el MIR (Médico Interno Residente). Su sueño, como dice en la descripción de su perfil de Twitter (@_MIRypoppins), es ser pediatra.
La historia ha llegado tan lejos por la manera que María Camacho tiene de contarla, en la que mezcla toques de humor con descripciones de Linares y de la propia procesión, que ya grababa su padre en vídeo cuando tenía 18 años. Allá por 1984.