Que el Linares ha experimentado una notable mejoría es algo evidente que se ve en los números y en el terreno de juego. El equipo ha logrado sumar diez puntos de los últimos doce posibles, se ha asentado en la zona media-alta de la clasificación y su fútbol es más consistente.
No obstante, más allá de algunas lagunas en su juego, evidentes en algunos partidos disputados, ha corregido una asignatura pendiente: encajar tantos por desbarajustes defensivos o errores en la salida de la pelota, algo difícil de entender teniendo bajo palos a un acertado Ernestas que ha salvado los muebles en más de una ocasión.
El equipo solo ha visto perforada su portería en una ocasión en estos últimos cuatro encuentros. Fue ante el Antoniano. En los otros tres se ha marchado a la caseta con la portería a cero. Este hecho aumenta sustancialmente sus opciones de alcanzar el objetivo de la permanencia y acercarse a los puestos de cabeza.
En una categoría con marcadores ajustados, defender desde la primera línea, ajustar los marcajes en el balón parado y presionar cerca del área contraria son factores clave para progresar. Pedro Díaz lo sabe muy bien y ha logrado que mejore la coordinación de la pareja de centrales, ha reforzado el centro del campo y obliga a los puntas a ejercer labores de contención. Es decir, ha hecho que el Linares trabaje como un colectivo.
No es que antes el Linares encajara goles con facilidad, simplemente es que eran evitables. Y esto se debía a una desconexión generalizada del equipo en el segundo tiempo. Luego rentabiliza al máximo sus ocasiones. Cuatro tantos a favor, diez puntos.
A pesar de los cambios introducidos, debido a las necesarias altas y bajas en el mercado de invierno, el técnico talaverano trata de armar un equipo sólido y estable para que llegue al final de curso saneado en la clasificación y, sobre todo, enganche a la afición, después de un año y medio para olvidar.
