La Colonia del Sol está formada por viviendas adosadas muy parecidas entre ellas. Su geometría es muy sencilla y, aunque todas las calles puedan parecer iguales convergen en el Parque Clara Campoamor, centro neurálgico de esta comunidad de vecinos que nació al calor de la industria.
Allí, residen extrabajadores de la antigua factoría de Santana Motor y de sus empresas auxiliares, además de ferroviarios, obreros, policías… Fue concebido, a mediados de los 70, como un zona dormitorio de Linares.
Ubicado en la denominada ‘periferia’ de la ciudad, la Colonia del Sol vive una segunda juventud gracias al empeño de sus residentes por crear proyecto común que ha hecho renacer del activismo vecinal. No solo se juntan para reivindicar mejoras en sus espacios públicos, sino que también para decorarlo en fechas señaladas, para organizar actividades, para limpiarlo sin es necesario y, en definitiva, para protegerlo.
Aunque no es un barrio propiamente dicho -pertenece a la Asociación de Vecinos Andaluza- se conforma como tal, fuente de experiencias determinantes en la biografía de cada cual y elemento del que depende la identidad compartida. Tiene límites que definen su memoria.
Durante el confinamiento por la pandemia, Antonio Manuel Expósito, más conocido como ‘Tonu’, tomó la voz cantante para animar a los vecinos a implicarse en las cosas del barrio. Ese esfuerzo por crear colectivo fue secundado por más residentes, como Juan Andrés Prieto y Luis Carlos López, hasta conseguir una transformación, en la que prima un modelo de convivencia, compromiso y solidaridad.
Juan Andrés Prieto describe con trazo grueso el barrio: «Está compuesto por gente sencilla y trabajadora. Es una zona tranquila, donde todos nos conocemos y en la que tratamos de echarnos una mano los unos a los otros», señala a este periódico.
No paran de fomentar las iniciativas ciudadanas. Sin ir más lejos, esa buena sintonía se pudo comprobar en las pasadas Cruces de Mayo, en las que la Colonia del Sol fue reconocida por el Ayuntamiento por partida triple, con una mención especial por su implicación en esta celebración popular. Todas las calles, que tienen nombre de minerales, siguen engalanadas porque este fin de semana pasa el cortejo de las Fiestas Íbero Romanas de Cástulo.
La importancia de formar parte de una comunidad se nota a cada paso. Se dan los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches. Se pregunta por la salud y por las notas de los niños. Sin esa relación de pertenencia no se hubiera logrado este nuevo contexto en la Colonia del Sol.
«Hay vida más allá del centro», reivindica Luis Carlos López, el encargado de publicitar en las redes sociales todo lo que se hace en el barrio. La vitalidad urbana que desprende esta zona tiene sus contrastes. Su principal problema, como en de otros muchos lugares de Linares, es la «ausencia total de mantenimiento».
El Parque Clara Campoamor, creado en tiempos del alcalde Juan Bautista Lillo Gallego, está «dejado de la mano de Dios», lamenta Tonu, quien se queja, igualmente, de la broza que cree de manera incontrolada en las aceras e impide el tránsito de las personas.
Los árboles de gran tamaño que jalonan la calle Pirita sigue siendo una amenaza para las casas colindantes. «Solo pedimos que los saneen. No es tan complicado», afirma Luis Carlos López. «Llevamos años reclamando una solución sin que ésta llegue», reclama.
En este punto, le recuerdan a las autoridades municipales sus compromisos con un barrio habitado, principalmente, por gente mayor, a la que, por cierto, se le presta mucha atención desde la junta directiva de esta comunidad de servicios.
La Colonia del Sol es un universo de historias propias de gente que vive y lucha a pie de calle que retrata la otra cara de Linares, quizá la más desconocida para los gestores del Ayuntamiento.