Con permiso de la meteorología, la llegada del mes de mayo a Linares va acompañada cada primavera de una popular fiesta que mantiene su carácter tradicional y se multiplica con diecinueve cruces repartidas por toda la ciudad.
La festividad de las Cruces de Mayo ha vivido, de un tiempo a esta parte, una verdadera revitalización desde un espíritu mucho más costumbrista, que llenan de color y vida calles, plazas, patios, escaparates y centros escolares.
El buen hacer artístico de vecinos, cofradías y asociaciones tiene premio con el tradicional concurso que convoca el Ayuntamiento. Este 2024, la cruz ganadora ha sido la de la Hermandad de la Vera Cruz, ubicada en la calle Miguel Cobo, número 9.
El segundo puesto ha correspondido a una habitual en el certamen, la de la Cofradía del Nazareno, instalada en la linarense Plaza Colón, mientras que ha completado el podio la Colonia del Sol, que, además, ha recibido una mención especial por la implicación del vecindario en esta edición.
Por lo que respecta al concurso infantil, la cruz, precisamente, de este barrio se ha hecho con el primer premio. Mariano Montoro Gutiérrez (particular) se ha llevado el segundo galardón y la Expiración, el tercero.
Las cofradías y los barrios han logrado, cada año, proteger la esencia de una festividad que continúa atrayendo a cientos de visitantes y que mantiene vivas no pocas curiosidades.
Alrededor de cada cruz, habitualmente decorada con centenares de flores y decenas de macetas, se monta un verdadero altar engalanado con cacharros de cerámica, mantones y otros textiles, peroles de cobre y un elemento que, a priori, puede resultar incomprensible: unas tijeras abiertas y clavadas sobre un pero (manzana).
Este fruto pretende advertir -en sentido figurado y como manda la tradición- que el que se atreva a criticar la cruz se expone a que le corten la lengua, poniendo así freno a la maledicencia popular que puede acabar poniendo algunos «peros» al montaje.
Fotos: Ayuntamiento de Linares
