El lugar en el que un grupo de adolescentes se dedica a componer música pasa inadvertido. En una casa de la calle Zambrana se encuentra un trastero donde la banda Los Inocentes se lía hasta las tantas de la tarde tocando sus temas y otros prestados. El indie rockero de este trío de Linares se condensa debido a sus escasas dimensiones. Todo suena diferente en ese habitáculo, donde se sienten protegidos del ruido exterior.
Este sábado, a las 20:15 horas, en el Silo del Cereal se presenta oficialmente. Será su primer directo con público. Lo harán dentro de la clausura del Festival Talentia, que impulsa el área de Juventud y se ha venido desarrollando desde el pasado 25 de mayo. «Llevamos tanto tiempo deseando esto que nos está pasando. Simplemente puedo decir que hemos trabajado mucho y que estamos preparados”, apunta Alejandro Álvarez, voz y guitarra de Los Inocentes, que completan José Manuel Castaño (bajo) y Juan Carlos Pérez (voz y batería).
Ninguno de los tres pasa de los 17 años, pero llevan la música en la sangre. No levantaban dos palmos del suelo cuando ya escuchaban a Los Planetas, Oasis, Héroes del Silencio, My Bloody Valentine, Pink Floyd o los argentinos Soda Stereo. También les tira The National y Arctic Monkeys.
Una variopinta fuente de influencias que da como resultado un sonido realmente potente, en el que muestran sus cartas de forma transparente, como en un diario, sintetizando, que tira a bocajarro hacia el rock.
Vivimos en un mundo frenético en el que resulta imposible calcular cuantas nuevas bandas nacen cada día en cualquier rincón del planeta, en un momento en el que, además, pareciera que reina una especial inspiración, pues es posible descubrir cada día propuestas con calidad suficiente para trascender. Es lo que ocurre con Los Inocentes.
Su único objetivo es disfrutar encima del escenario, darse a conocer, captar la atención del público y hacerse escuchar. No piden más. «Nos encanta tocar juntos, pasarlo bien con la música. El concierto del sábado es, además, muy especial, porque debutamos en nuestra ciudad», asegura Alejandro.
La gestación de este grupo comenzó en el colegio. El nombre surgió más tarde. Juan Carlos cuenta que lograron una denominación que conjugaba tanto la sonoridad como su etapa de vida. Los tres están en plenos exámenes de fin de curso, que es lo que «realmente les quita el sueño».
Solo quieren ganarse un hueco en la escena musical de la localidad, sin presiones, con paciencia. Volver a tocar en otro lugar. Hoy, con medio mundo perreando, su sonido y su idiosincrasia son casi un exotismo, del cual nos alegramos.
