Miguel Ángel Rentero Lechuga (Linares, 1971) nos espera sentado en un banco frente al Hotel Aníbal, escenario de algunas de la más bellas batallas en el tablero que se hayan visto en historia del ajedrez moderno. Ese establecimiento, abierto por su padre, Luis Rentero Suárez, se forjó la leyenda de lo que posteriormente el periodista Leontxo García definió como el ‘Wimbledon del ajedrez’.
Su infancia ha estado rodeada de reyes y peones, de alfiles y torres, pero también de esfuerzo y sacrificio. Su progenitor no dudó en mandarlo dos años a Irlanda para que se formara antes de incorporarse a la empresa familiar ligada a la cadena hotelera y a la hostelería.
Casado con la ubetense Inés y padre de Sarahi y Cristina, su rostro es de sobra conocido en la ciudad no solo por ser hijo de…, sino también por impulsar iniciativas empresariales y por su faceta deportiva, como futbolista y ajedrecística aficionado, heredada, obviamente, de su padre.
Auxi del Olmo, su mentora
«Ahora te vemos mucho en la tele», le comenta un conocido en la puerta de una cafetería cercana. Su popularidad ha subido desde que se metió en política y fue elegido concejal del Ayuntamiento de Linares en las pasadas elecciones municipales. Llegó a la Corporación de la mano de Auxi del Olmo, a la que agradece que pensara en él para desplegar un proyecto de Gobierno que tiene como única meta recuperar la ilusión y la esperanza de los linarenses. «Creo que, por ahora, lo estamos consiguiendo, gracias al empeño de la alcaldesa», destaca.
Es el responsable de los departamentos de Obras, Comercio, Hostelería y Bomberos y, junto con su compañera de Bienestar Social y Participación Ciudadana, Mamen Muñoz, el que más contacto tiene con la ciudadanía y mejor conoce la realidad de los barrios de la ciudad. «Lo mío es patearme las calles a diario, hablar con la gente y preocuparme de sus problemas. Son mis paisanos», dice con ese tono campechano que le acompaña.
De gustos nada fuera de lo común, se define como un tipo familiar, educado a la vieja usanza, nostálgico en principios y valores y amigo de sus amigos. «Soy bastante transparente. Me gusta ir de frente, sin dobleces, tal y como me enseñaron en casa», apunta. Apasionado de Dani Martín y por ende del Canto del Loco, asegura que su retiro soñado es regentar una pequeña taberna en Linares, el «mejor lugar del mundo para tapear y para vivir», remata orgulloso.

—¿Cree que la política municipal debe bajar los decibelios?
—Evidentemente cualquier ciudadano que ve un pleno, y más concretamente el de septiembre, se da cuenta de que el nivel de crispación es muy elevado. Entiendo que esto es política y que el papel de la oposición es sacarnos, en determinados momentos de nuestras casillas, pero no creo que sea el camino correcto por el bien de la ciudad. Pienso que, en determinadas ocasiones, el PSOE se excede a la hora de exponer su posicionamiento. Puede decir lo mismo sin necesidad de recurrir al enfado.
Realmente lo paso mal, porque desde el Grupo Popular tratamos de eludir el enfrentamiento a través de una vía más conciliadora y dialogante. Sin embargo, reconozco que no es sencillo mantener el tipo y no alzar la voz ante esa crispación que se traslada desde la bancada socialista, que ha puesto el listón demasiado alto. En mi opinión, debería bajarlo y afrontar el debate político de manera más serena. En mis intervenciones, trato de mantener una línea de respeto y educación absoluta ante mi interlocutor.
—¿Ve al PSOE demasiado nervioso?
—En cierta forma sí, y desconozco las razones. No sé si el motivo es que se están acercando unas elecciones, que hemos pasado el ecuador del mandato u obedece a una estrategia, pero lo cierto es que perder las formas en los plenos no es la mejor manera de hacer una oposición constructiva. Creo que debería reconsiderar su postura y rebajar el tono, porque al ciudadano no le gusta que estemos a la gresca. Los que nos exige son soluciones a sus problemas
—¿Para usted, qué es la política?
—Es necesario partir de la base que esta es mi primera experiencia en la política. Como bien sabe vengo de la actividad privada y, la verdad, es que no pensaba que llegaría a este punto de mi vida. Me considero una persona conservadora y tradicional, de centroderecha, con unos valores y unos principios basados en el trabajo, el esfuerzo, la educación y el respeto. Apuesto siempre por el diálogo y aceptar que no siempre se lleva razón. No me duele en prendas reconocer mi errores y pedir disculpas por ello. Además, considero que en el intercambio de ideas y en el debate está la riqueza de cualquier relación entre personas, independiente de la ideología. Me gusta llegar a puntos de encuentro.
He de decirle que no me considero político, aunque ahora ejerza de ello. Estoy aquí de manera temporal, porque mi idea es regresar a mi puesto de trabajo en la hostelería, que es una profesión que me apasiona. Eso sí, los años que esté trabajaré sin descanso por mejorar la calidad de vida de mis paisanos, con toda la humildad y responsabilidad que entraña representarlos en la Corporación.
No tengo teléfono institucional, y el mío personal lo tienen todos los ciudadanos. Sé que estar en el equipo de Gobierno y en áreas de tanta exigencia me obligan a estar pendiente de lo que sucede de lunes a domingo y las 24 horas del día, algo que, por otro lado, asumo con tremenda ilusión. Estoy para servir a los linarenses.
—¿Reduciría la burocracia?
—Es una pregunta de difícil respuesta. Es cierto que, a veces, los asuntos se hacen eternos porque hay que superar numerosos trámites, pero la burocracia, en cierto modo, es una manera de fiscalizar lo público. Nosotros no podemos hacer lo que nos dé la gana. Nos regimos por normas que debemos cumplir a rajatabla. Sé que estos filtros son lentos y a mí, personalmente, me aburren, porque vengo de la empresa privada, pero hay que cumplirlos.
—¿El apellido pesa mucho?
—No me pesa en absoluto, más bien todo lo contrario, es motivo de orgullo. Soy consciente de que pertenezco a una saga familiar muy representativa y conocida de Linares y de la provincia, gracias a mi padre, Luis Rentero. Es algo que me enorgullece, sobre todo saber que sigue en la memoria de la gente.
Tampoco pretendo ser hipócrita y reconozco que el apellido abre puertas, y el que diga lo contrario miente. Lo mejor en esta vida es ir con la verdad por delante y decir lo que uno siente. En mi caso, siento un orgullo inmenso por mi padre y el legado que dejó.
—Es curioso, su padre concejal socialista y usted del Partido Popular. ¿No quiso seguir sus pasos?
—(Risas) Por suerte en mi casa nunca nos han impuesto ni las ideas ni los votos. Hemos sido completamente libres a la hora de situarnos. Estoy seguro que mi padre estaría orgullosísimo de mí y de mi labor en el Ayuntamiento. Me hubiera encantado que, tanto él como mi madre, me hubieran visto el día que tomé posesión del acta de concejal. Estoy seguro de que los dos me habrían apoyado mucho.
—¿Linares ha sido justa con Luis Rentero Suárez?
—Pienso que sí, aunque siempre se crea que se puede hacer más. Tiene el reconocimiento de toda la ciudad y su propia avenida, liga al ajedrez, su gran pasión. Creo que no hay mayor satisfacción que ir por la calle y que me pare la gente para recordarme lo gran hombre que fue Luis Rentero.
Él hizo todo por su ciudad y consiguió llevarla a la cumbre del ajedrez. Linares es una de las ciudades más conocidas de Rusia y del resto del mundo ajedrecístico, gracias al torneo que fundó mi padre. Me quedó con eso y con la gesta de traer a nuestro municipio a leyendas del ajedrez. Hace un año, la FIDE nombre al Ciudad de Linares como el torneo más importante de los últimos cien años. Considero que esa distinción dice todo lo que hizo mi padre por Linares.

—Está al mando de cuatro departamentos muy relevantes dentro del organigrama del Ayuntamiento: Obras, Comercio, Hostelería y Bomberos. ¿Qué tal lo lleva?
—Pues muy bien, la verdad. Es cierto que en Obras e Infraestructuras llevo poco más de un año y todavía estoy en pleno proceso de conocimiento del área, puesto que abarca muchísimas cosas, pero trato de estar al día de todas las áreas.
—Los barrios no están bien. Es un hecho probado de que necesitan más atención. ¿Cuál es su opinión al respecto?
—Respeto, como no podía ser de otra forma, la opinión de todos. Le puedo hablar de lo que yo he hecho desde que estoy en el área, y para empezar decirle que me he reunido con cada una de las asociaciones de vecinos de la ciudad. Eso me ha llevado un tiempo, pero, más o menos, tengo un diagnóstico de cómo se encuentran los barrios.
Hemos hecho un estudio y una programación de actuaciones para cada uno de ellos, en el que colabora mi compañera de Participación Ciudadana, Mamen Muñoz. Tanto ella como yo, somos conscientes de que queda muchísimo por hacer, puesto que las demandas son innumerables. Le puedo asegurar es que no hemos parado de trabajar ni un segundo en el plan de barrios.
Asimismo, sé que por mucho que hagamos es poco, porque los barrios requieren de mantenimiento diario. Mi compromiso con los colectivos vecinales es total. Lo saben ellos. Los presidentes tienen mi número de teléfono personal para lo que necesiten, a cualquier hora. No tienen que hacer instancias para hablar conmigo y exponerme sus problemas.
Tampoco se puede cuestionar que estamos trabajando al máximo para reparar el déficit que sufren no solo los barrios, sino toda la ciudad. Soy el primero que reconozco que cualquier esfuerzo es poco para atender los problemas de nuestros vecinos, con los que mantengo un diálogo directo y constante.
—¿Qué pasa con el plan de asfaltado?
—En breve habrá buenas noticias. Le avanzo que será muy amplio e importante. Lo primero que hemos hecho, como es lógico, un trabajo de campo para saber qué zonas necesitan una intervención urgente. Todas las peticiones de los barrios están en manos del técnico encargado de esta labor. Pueden estar tranquilos que vamos a atender sus demandas. En cualquier caso, no podemos perder de vista las actuaciones que ya se ha hecho en esta sentido, que han sido muchas.
—Hablemos del casco antiguo. En mi opinión, su situación es francamente mejorable.
—Estoy totalmente de acuerdo y le agradezco la pregunta porque es un compromiso mío personal y de la propia alcaldesa. En esta zona de Linares, nos encontramos con numerosos problemas enquistados, que no se pueden resolver de un plumazo, ya que requiere de tiempo. Además, este año nos hemos encontrado con el obstáculo de no disponer de remanentes, que nos ha hecho mucho daño. Dicho lo cual, vamos a emprender una renovación integral de casco antiguo que se acometerá por fases.
Muchos de los problemas a los que nos enfrentamos vienen de lejos y de una primera actuación que, desde mi punto de vista, fue nefasta. Por ejemplo, se renovó por completo el pavimento sin tener en cuenta las entrañas, es decir, las redes de saneamientos y abastecimiento de agua que son antiquísimas. Hablamos de un problema mayúsculo que ahora nos toca resolver. La idea es que ese plan integral para el casco antiguo sea anual y por calles.
La primera intervención que vamos a acometer es la calle Zambrana, donde vamos a actuar en toda la vía, de principio a fin. Hablamos de medio millón de euros de inversión. La presidenta de la asociación de vecinos sabe que lo vamos a hacer, que no hay marcha atrás. Soy consciente de que el casco antiguo y el resto de barrios necesitan más atención y nos vamos a dejar la piel por mejorarlos. Es imposible presupuestariamente hacerlo todo de golpe, aunque es lo que me gustaría. Por eso, lo ejecutaremos por fases.

—¿Qué solución tiene el comercio?
—Es algo complejo, pero soy muy optimista, porque estamos viendo una paulatina recuperación de la actividad industrial y por ende la económica. No podemos olvidar de dónde venimos y los palos que nos hemos llevado en los últimos años. De igual modo, estamos viendo la luz al final del túnel. Existen unas expectativas enormes que debemos aprovechar para relanzar nuestro comercio.
En este contexto, el equipo de Gobierno que lidera Auxi del Olmo ha apostado por espacios semipeatonales, con menos tránsito de vehículos y más amable para el linarense y los visitantes. Esto, sin duda, hace más atractiva la ciudad a la hora de su pocionamiento comercial, como ocurre en otras ciudades del país. Para ello, disponemos de aparcamientos disuasorios y vamos a intentar abaratar el precio de los párquines para facilitar las compras.
A todo esto conviene sumar las actividades de dinamización que llevamos a cabo durante todo el año y que se incrementar en campañas, como la vuelta al cole, rebajas, la Noche en Blanco o Navidad. Pero el principal motor de dinamización volverá a ser Santana.
—Pero mientras el Parque Científico Tecnológico del Transporte Santana termina de arrancar, existe un problema con los alquileres de locales. Hay demasiado vacíos.
—Estoy de acuerdo en que tenemos que darle una vuelta a ese asunto, pero no puede olvidar que se trata de espacios privados, en los que el Ayuntamiento no tiene competencia alguna. Comparto con usted en que tanto local vacío no es bueno y me encantaría que se llenaran de vida. Sin embargo, es una cuestión que va más allá de los deseos del equipo de Gobierno. Nadie puede impedir que el dueño de un local ponga el precio que quiera al alquiler, aunque no nos guste.
—¿Cuál es su percepción de la situación de la hostelería?
—La percepción que tengo es sensacional, si bien creo que necesita aumentar la oferta, la ciudad tiene margen de demanda para abrir nuevos establecimientos. Linares da para más, porque tiene una seña de identidad única: la tapa. Pocos lugares pueden presumir en el mundo de este obsequio que se da con una consumición, además a elección del cliente dentro de una extensa carta. Ningún otro lugar puede decir disfrutar de esa combinación. Por eso, vamos a sacarle el máximo partido.
—Lo veo volcado con el Parque de Bomberos.
—No es para menos. Hablamos de un servicio esencial para la población y todo lo que hagamos para mejorarlo es poco. Como muy bien sabe, estamos en pleno proceso de renovación del parque. Vamos a invertir una buena suma de dinero para mejorar y dignificar las condiciones de trabajo de los bomberos. Mi deseo es que Linares tenga un parque moderno, accesible y funcional. Pronto daremos buenas noticias.
—Además de intervenciones, necesitan personal. ¿Van a sacar nuevas plazas?
—Esa es la intención. Vamos a solicitar a Función Pública que tenga en cuenta la convocatoria de un nuevo concurso oposición para aumentar la plantilla de doce a catorce efectivos.
—Cambiemos el tercio. De todos los ajedrecistas que ha visto y ha conocido, ¿cuál ha sido el que más le ha sorprendido?
—Mi ídolo desde pequeño y el mejor jugador de la historia, a mi juicio, es Anatoly Karpov.
—¿Su padre se llegó a reunir con Bobby Fischer para que jugara en Linares?
—Sí. Fue en un viaje familiar que hicimos a Estados Unidos. Creo recordar que se vio con él en San Francisco. Nunca lo he contado, pero mi padre estuvo a punto de convencerlo para que jugara el Ciudad de Linares. Lo que desconozco son las razones por las que al final no aceptó la propuesta.
Fotos: Javier Esturillo