El Linares emprende este sábado en el Estadio Romano de Mérida (20 horas) el curso más difícil de los últimos años, desde el plano deportivo, pero también institucional con la transformación del club en Sociedad Anónima Deportiva (SAD) y la salida de Jesús Medina de la presidencia. Además, en unos meses arrancan las ansiadas obras de remodelación del Estadio de Linarejos, por lo que, sobre el papel, estamos ante la temporada más importante de la reciente historia de la entidad azulilla.
Esta tarde comienza la Liga para un Linares renovado, imberbe y en plena construcción. Será el primer partido oficial de Óscar Fernández al frente del plantel y el primero de la era post Alberto González, uno de los principales artificices de que el cuadro azulillo se haya hecho un hueco en la categoría.
Aunque las comparaciones son odiosas, el técnico valenciano deberá convivir con el legado dejado por su homólogo malagueño. Un listón casi imposible de superar con los mimbres que tiene: refuerzos sin prácticamente experiencia en la categoría. Pero son los que han querido sumarse al proyecto de un club sumido en graves problemas económicos que le impiden acudir al mercado a por los jugadores deseados.
Sea como fuere, nadie duda de que el compromiso, la ilusión y el hambre son las bazas de este colectivo para lograr el objetivo de la permanencia que pasa por empezar con buen pie en Mérida.
Allí, les espera otro equipo de similares características al Linares. El nuevo inquilino del banquillo emeritense Rai Rosas ha perdido a algunos de los mejores hombres de la pasada campaña, como Larrubia, Carlos Cinta, Meléndez o Álvaro Ramón. De este modo, ha tenido que recomponer un equipo para el que sí que ha contado con once renovaciones y hasta diez fichajes.
