Hay un imponente edificio entre El Lugarillo y calle Tetúan que se desmorona. Durante años fue la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Linares. Se la conocía como la Casa del Pueblo. Hoy en día, en ella solo habita la ruina.
Lo que fue un símbolo de la lucha obrera, en los años duros de las revueltas industriales de la ciudad, se cae a trozos. El exterior presenta importantes desperfectos y en el interior se acumulan los escombros.
El emblemático inmueble camina por el sendero de la decadencia ante la pasividad del Ayuntamiento, propietario del inmueble, tras la permuta que hizo con el sindicato para su traslado a su actual ubicación, en la calle Víctor de los Ríos.
Durante algún tiempo, y para evitar males mayores, estuvo protegido por cordón de vallas metálicas que, posteriormente, fue retirado.
En sus más de 2.000 metros cuadrados solo hay silencio, alterado por el crepitar de la madera o el ronroneo de los gatos que se cuelan por alguno de sus accesos.
Propuesta de Izquierda Unida
Izquierda Unida ha lanzado la última iniciativa para frenar la quiebra del edificio y recuperarlo para la sociedad linarense. Lo que propone la coalición es que la Administración local destine el dinero que saque de la subasta del antiguo cuartel, por la venta de los espacios que son suyos, a la rehabilitación de la citada Casa del Pueblo. «Si cambiamos inmuebles de titularidad municipal por un importe económico, que menos que éste vaya destinado a la reforma de locales, oficinas, vivienda social y espacios públicos que escasean en nuestra ciudad y tan demandados son por los colectivos y asociaciones», señala IU en una nota.
No es la primera vez que se ponen alternativas encima de la mesa. En el anterior mandato, el Grupo Municipal Socialista presentó una moción en la que instaba al equipo de Gobierno (Ciudadanos y PP) a asumiera de una vez por todas su responsabilidad para salvar la antigua Casa del Pueblo de la UGT y le diera un uso razonable. No se consideró un asunto de primer orden, quedando la iniciativa socialista, al igual que el edificio en el limbo, donde aún sigue.
Fotos: Javier Esturillo