La llegada de los 32 niños saharauis a Linares se ha hecho esperar. Dos años de pandemia es demasiado tiempo para estos pequeños refugiados. Quizá, por ello, el abrazo con sus familias de acogida fue más largo y fuerte que otros años.
Vienen de la mano de la Asociación de Amigos del Sáhara Libre y del programa ‘Vacaciones en paz’, que se lleva a cabo en la ciudad desde 1994. Este viernes llegaron los primeros 16 menores de ocho años de edad, mientras que el resto lo hará dentro de una semana.
Los menores proceden de los campamentos ubicados en las proximidades de la ciudad argelina de Tindouf, una de las zonas más inhóspitas del desierto del Sáhara. Llegan, en la mayoría de casos, por cuestiones médicas, ya que aquí reciben atención facultativa y una alimentación variada y saludable. Este año, del grupo de menores forman parte pequeños con alguna discapacidad que recibirán la atención especializada.
Además de apartar a los niños de las temperaturas extremas del desierto en verano, que pueden superar los 50 grados, el programa ‘Vacaciones en paz’ está pensado para que vivan experiencias lúdicas y educativas inaccesibles en su lugar de origen, además de conocer el lenguaje y establecer vínculos afectivos con sus familias de acogida y otros niños.
Serán, asimismo, embajadores de la paz, una manera de potenciar los lazos históricos que unen al pueblo saharaui y al español, y la cara visible de un conflicto enquistado desde hace más de cuatro décadas.
En Linares es la Asociación de Amigos del Sáhara Libre la encargada de canalizar las casas de acogida y de realizar las complejas gestiones para que puedan venir. Fueron recibidos este viernes por las concejales de Bienestar Social, de Igualdad y de Deportes, Paqui Díez, María José Camacho e Isabel Bausán, respectivamente. «Es una experiencia única y enriquecedora, que da la oportunidad a los niños de pasar un verano diferente», aseguró Paqui Díez.