Linares sigue evocando su esplendoroso pasado íbero y romano a través de la fiestas de Cástulo. El galope de bigas y cuádrigas, el macellum (mercado), luchas de gladiadores, ventas de esclavos y hasta una bacanal retrotraen a vecinos y turistas al siglo III antes de Cristo, cuando Oretania y Cartago sellaron su alianza al comienzo de la Segunda Guerra Púnica.
«Merece la pena dar un salto atrás en el tiempo para revivir nuestros orígenes», argumenta Juan Manuel Molina, vecino de la calle Julio Burell que este sábado salió a la calle a ver el desfile general y, después, asistir al circo romano.
Se puede decir que es el acto más simbólico, especial y fotogénico de las Fiestas Íbero Romanas, donde las asociaciones creadas durante los últimos años en la ciudad y los colectivos invitados a a la cita muestran orgullosos a los lucenses y a los visitantes todo su trabajo de caracterización y de representación, que en ocasiones empiezan a preparar con varios meses de antelación.
Tambores de guerra, artilugios romanos y cartaginenses, vestimentas de gala y de batalla, armas y armaduras, estandartes y música, mucha música para animar un desfile que demostró el poder que cada año alcanza esta celebración.
Sin embargo, las emociones fuertes se vivieron en la arena del coso de Santa Margarita, que volvió a registrar un lleno para ver gladiadores, caballos y fuego en un gran espectáculo, digno del Imperio.
La teatralización, sumada a la entrega de la grada, convirtió la plaza de toros en un auténtico circo romano cuyo público se lo pasó a lo grande con las carreras de vigas (carros tirados por dos caballos), los combates o los retos de puntería.
Fotos: Ayuntamiento de Linares
