El desembarco del fabricante Desay SV en el Parque Empresarial Santana ha devuelto la esperanza al sector industrial en Linares. Trece años después del cierre de Santana Motor, la reindustrialización de estas instalaciones para producir sistemas de visualización e interacción inteligentes para automóviles ha sido recibida por las autoridades y la propia ciudad como agua de mayo. Razones hay para ello, puesto que prevé la creación de 300 empleos y fabricar hasta 1,5 millones de dispositivos.
Las negociaciones de la Junta de Andalucía y del Ayuntamiento con Desay SV han cristalizado en un acuerdo marco para su implantación, pero no es la única compañía china que ha puesto sus ojos en las instalaciones de Santana. También Hengrui Corporation, especializada en la producción de componentes para la automoción, mantiene contactos con ambas administraciones.
Jordi Aranega, vicepresidente de HRC Group, reconoce a este periódico que Linares es una de las opciones que barajan para expandirse en el Estado. El pasado mes de mayo celebraron una reunión al más alto nivel con el Gobierno autonómico y el Consistorio.
Hace unos años intentó comprar la extinta Aeroepoxy, sumida en una grave crisis de liquidez, que ya estaba en la órbita de Airbus. Finalmente no hubo acuerdo, si bien la oferta china era más que razonable tanto en la valoración de la empresa linarense como en las inversiones comprometidas para su futuro inmediato. El principal accionista de HRC Group es Yongtao Gu, un empresario de buena familia y con gran conocimiento de nuestro país (ha estudiado en Barcelona).
Precedentes
China siempre ha estado en el horizonte de Linares. En mayo 2018, el entonces alcalde, Juan Fernández, acompañado por el CEO de Sicnova, Ángel Llavero, y el gerente de la Cámara de Comercio, hoy primer teniente de alcalde, Raúl Caro-Accino, viajaron hasta el gigante asiático para presentar las posibilidades de inversión en el municipio.
Aquella delegación concertó entrevistas con empresas punteras con el fin de que se implantaran aquí. Sicnova o Cetemet fueron la punta de lanza en aquella visita. Han pasado seis años para cerrar el primer acuerdo de calado con un fabricante chino.
Experiencia con el Lejano Oriente
La última experiencia con el Lejano Oriente en Linares nos traslada a 1985 con la llegada de la marca nipona, después de hacerse con el 49,1% del capital social de Santana Motor, donde comenzó a fabricar los modelos Jimny, Samurai y Vitara.
A lo largo de esos años, Suzuki empezó a transformar la empresa. Además de un cierto retraso tecnológico (el Land Rover apenas había cambiado desde 1947), la factoría linarense estaba sobredimensionada. Al fin y al cabo, inicialmente se ideó por el Gobierno de entonces para dar trabajo sin realmente pensar en la capacidad y la rentabilidad.
En los años 90, Santana empezó a perder dinero: 30 millones de euros en 1990. Y fue en 1993 cuando Suzuki se hizo con más del 83% del accionariado de Santana, con el objetivo de enderezar la situación y tratar a la fábrica de Linares como una más del grupo. Pero en 1994, Suzuki anunció su marcha.
Esto provocó un tsunami en la ciudad y la comarca, cuya economía dependía casi en exclusiva de la factoría automovilística. Llegaron las manifestaciones, concentraciones y las marchas a Sevilla y a Madrid.
Suzuki accedió finalmente a renegociar su salida. Propuso una reducción del 60% del personal, fabricar la mitad de vehículos, congelar los sueldos durante dos años, negociar nuevas condiciones laborales y aumentar la productividad un 40%.
Pero no fue posible y en 1995 la Junta de Andalucía se quedó con Santana para salvar los empleos del fabricante y de la industria auxiliar. Sin embargo, lo que parecía una solución se convirtió en una lenta y dolorosa agonía.