Francisco López Gomáriz y Juliana Rodríguez García simbolizan una hermosa historia de amor que comenzó cuando él, un joven de 18 años, se enamoró perdidamente de ella, de 12 .
Francisco, risueño y bromista, la conquistó con insistencia y el dulce detalle de un chupachups. Ella, más callada pero graciosa y el alma que ponía orden en casa, se convirtió en su compañera eterna. Eran la combinación perfecta.
Empleado en la antigua ‘fábrica de latas’, no dudaba en echar horas extras para que a sus hijas y a su esposa no les faltara de nada. Llenaba la casa de alegría con su cante, especialmente con las canciones de Antonio Molina. Juliana, ama de casa, era el pilar del hogar y la fuerza que apaciguaba las aguas para que todos estuviéramos bien.
Juntos, y con gran sacrificio y lucha, criaron a sus cuatro hijas, dejando un legado que hoy honran sus ocho nietos y su bisnieto.
Su vínculo fue puesto a prueba por el alzhéimer de Juliana. Ella pudo olvidarse de todo, pero su corazón jamás olvidó «a su Francisco». Su nombre se mantuvo firme en sus labios, una demostración de que su amor era un lazo irrompible.
Cuando Francisco partió en marzo, Juliana sintió su ausencia con una profunda tristeza, y su alma, anhelando reunirse con la de el, y le siguió el pasado noviembre.
Gracias por vuestro amor incondicional y por el ejemplo de hogar que nos dejasteis, por habernos colmado de tantos bonitos recuerdos, siempre seréis eternos , Descansad juntos, para siempre.
Francisco López Gomáriz, fallecido el 6 de marzo de 2025 a los 90 años.
Juliana Rodríguez García, fallecida el19 de noviembre a los 85 años.
En memoria de nuestros queridísimos padres, abuelos y bisabuelos.
