La linarense calle Espronceda está más huérfana desde el pasado 1 de septiembre, día en el que la familia Portilla bajó las persianas del restaurante Elisa María, 52 años después de su apertura al público.
La decisión no ha sido sencilla, pero la crisis endémica que padece la ciudad ha provocado que las ventas cayeran en picado hasta «no cuadrar las cuentas». «Era ya insostenible», declara a este periódico Javier, hijo del fundador del mítico establecimiento. Germán Portilla.
Los herederos, propietarios y trabadores del negocio, han tratado por todos los medios mantenerlo a flote para evitar que lo que, en su opinión, era una «muerte anunciada». «La situación de Linares han empeorado en los últimos años y el Elisa María dejó de ser rentable hace mucho tiempo», remata Javier.
En total, cinco empleados se han quedado en la calle, entre ellos los hijos de Germán, quien en 1971 apostó por abrir un bar restaurante en una ciudad, por entonces, próspera y pujante de la provincia y de Andalucía, sumida desde hace más de tres lustros en una profunda crisis económica, agudizada con la pandemia del Covid-19.
Especializado en el menús del día, el Elisa María, que lleva el nombre de una hija del patriarca de la saga, fallecida prematuramente, forma ya parte de la memoria -y el paladar– de generaciones de linarenses y muchos viajantes que llegaban a Linares para cerrar ventas. Era uno de los comedores más solicitados en los 70, 80 y 90.
Sin duda se cierra uno de los locales más legendarios de Espronceda que vivió épocas de esplendor, como el otro bar de la familia, el Covadonga. Se suma a la larga lista de establecimientos hosteleros que ha desaparecido en los últimos años en la ciudad minera.
Pues ya ves. Razón llevaba mi madre. Ahí ra se llama karma. En su día siéntate en la.puerta de tu casa… hoy puedo morirme un poco más feliz….