Todo se torció un día normal y corriente en la Farmacia Pozo Ancho, ubicada en la calle Miguel de Unamuno. Cerca de las siete de la tarde del jueves, un ladrón entró por la puerta y comenzó a amenazar a los empleados que atendían detrás del mostrador. Iba encapuchado y empuñaba un cuchillo jamonero.
Alterado y a pleno pulmón pidió el dinero de la caja. Lo que no se esperaba es que los trabajadores del local se armaran de valor y se defendieran de su agresor. No solo no se llevó botín alguno, sino que salió escaldado. Eso sí, en el forcejeo, dos empleados, un chico y una chica, resultaron heridos de diversa consideración. Uno de ellos sufrió cortes por los que tuvo que ser atendido en el servicio de Urgencias del centro de salud Virgen de Linarejos, mientras que ella recibió algún que otro golpe en uno de sus brazos.
Este viernes ambos tienen el día libre. Su arrojo, y la del resto de trabajadores del turno de tarde, evitó que el sospechoso se saliera con la suya. Se marchó de la botica a pie, antes de que fuera cazado in fraganti por la Policía Nacional, que trasladó hasta el lugar cuatro vehículos, entre Seguridad Ciudadana y Policía Judicial.
Tras visionar las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad, los agentes se quedaron con la descripción y organizaron un dispositivo por los alrededores de Camino de Madroñal. A pesar de llevar el rostro tapado y cambiarse de ropa para no ser descubierto por los funcionarios, olvidó un pequeño detalle: las zapatillas. Ese elemento, y que fue visto por una patrulla poco antes del asalto merodeando la zona, fueron indicios más que suficientes para identificarle y proceder a la detención.
Una vez en Comisaría, los agentes constataron que se trataba de un viejo conocido, con antecedentes por hechos similares. Además, presentaba lesiones en las manos y en la espalda, donde fue golpeado por uno de los empleados para defenderse durante el ataque.
El sospechoso sigue en los calabozos a la espera de pasar a disposición judicial. La Policía trata de localizar ahora el arma blanca con la que trató sin éxito robar en la farmacia. Esta mañana numerosos clientes se han pasado por allí para preguntar por el estado de salud de los dos trabajadores heridos e interesarse por el resto. Lógicamente, todavía tienen el miedo metido en el cuerpo después del tremendo susto que se llevaron ayer, en una tarde de primavera que parece sacada de una película pero fue tan real como la vida misma.
