El entramado de cables aéreos que se extiende por Linares ha alcanzado tal magnitud un funambulista podría pasar de un edificio a otro del centro sin apenas despeinarse. Acostumbrados como estamos a caminar con la mirada pegada al suelo, convivimos con esa maraña de hilo negro de inconscientemente. Sin embargo, basta con levantar un poco la mirada para darse cuenta de que hay una ‘maleza’ de ellos por casi toda la ciudad. Paradójicamente, además, en muchas fachadas el cableado, en lugar de desaparecer, no ha hecho más que reproducirse con los años.
Y es que este problema, que ensucia el paisaje urbano de la ciudad, no viene de ahora, sino de mucho más atrás, y se agudizo de forma considerable con la llegada de Internet. Fue, a partir de ese momento, cuando a los cables de la electricidad se sumaron de manera discrecional compañías de telecomunicaciones que acabaron por afear mucho más las fachadas de los edificios.
El Ayuntamiento advierte, aunque sin la suficiente energía para evitar que esta situación vaya a más. Tampoco se sabe si tiene un plan (o al menos no lo ha hecho público) para desmarañar este lío de cables. Lo cierto es que afecta a prácticamente todo el municipio estén por todas partes (en un recorrido por Linares los hemos visto por igual en un tramo de la calle Zambrana que en un edificio de la Corredera de San Marcos).




Cuestión de estética pura y dura. «Es un caos», sentencia Alejandro Álvarez que se encuentra en la puerta de una cafetería de la calle Espronceda, donde la imagen de abandono de determinados edificios acrecienta la sensación de dejadez. «Debería hacer algo porque esta zona está es una de la más frecuentadas porque tiene mucha hostelería», reclama el joven.
Cada compañía tiene sus cables y sus cajas, así que puede darse la circunstancia de que en un mismo bloque de pisos haya varias. Además, cuando quedan en desuso, generalmente siguen allí sin que nadie los retire.
La Ley de Telecomunicaciones aprobada en 2022 ordena que los operadores deben usar las canalizaciones subterráneas para extender sus redes, pero también dice que en el caso de que no sea posible su uso «por razones técnicas o económicas», podrán efectuar despliegues aéreos siguiendo los existentes. Por ello, el soterramiento se suele acometer en el marco de remodelaciones urbanísticas integrales.
El cableado es, por lo tanto, «ingobernable», a pesar de que las normas de planeamiento traten de forzar el soterramiento de los tendidos eléctricos y de telecomunicaciones. Ahora bien, que las compañías quieran cumplir o no eso es harina de otro costal.
La verdad que estéticamente es horrible.