La Estación Linares-Baeza respira vida con arte y nocturnidad

El Ayuntamiento implica a los vecinos de la Entidad Local Autónoma en el embellecimiento de los espacios públicos con sus propias manos en una labor comunitaria

Por:Javier Esturillo
Vecinos participan en la decoración del mural en la calle calle Padre Casañas.

Pasan de las dos de la mañana y se escucha bullicio inusual en la calle Padre Casañas. No se trata de ninguna fiesta, ni de adolescentes con la música a todo volumen… Son vecinos que está decorando el muro después de la pavimentación de la vía.

Entre ese grupo de ‘artistas’ noctámbulos se encuentra el alcalde de la Estación Linares-Baeza, Melchor Villalba, manchado de pintura hasta las pestañas. «Vamos a echar una hora más y lo rematamos», le espeta el regidor al resto.

El cansancio hace mella, pero culminan la obra. «La Estación está viva», replica uno de los participantes en el mural, al que el mandatario municipal pide que baje la voz. «Hay gente durmiendo», zanja Villalba mientras recoge todo el material utilizado para embellecer esta parte de la Entidad Local Autónoma.

Loli Almansa, Jesús Pareja, Josefina Almansa y Teresa Ordoñez también han participado de este trabajo comunitario para llenar de luz y color las calles del pueblo. Ellas se han encargado de adornar los balcones y espacios públicos con mosaicos de ganchillo. Han dedicado horas y horas a tejer y confeccionar con sus propias manos las piezas que hoy «dan alegría a la Estación».

«No dudaron ni un segundo en participar en las iniciativas que desde el Ayuntamiento llevamos a cabo para transformar nuestro pueblo. Me siento orgulloso de ellas y de cada uno de los vecinos de la Estación», subraya el alcalde después de una noche en la que apenas ha dormido cuatro horas. De momento, ya han ‘vestido’ con sus bordados los troncos de las palmeras, balcones y barandillas, aunque su deseo es engalanar todo lo que puedan.

«No vamos a parar, porque, además de cambiar la cara del pueblo, nos sirve de terapia y nos da mucha satisfacción verlo tan bonito», declara a este periódico Tere Ordóñez, natural de Ronda que hace 42 años llegó a la Estación de mano de su marido, ferroviario de profesión.

La pérdida paulatina de servicios fue sumiendo a la Entidad Local Autónoma en una depresión que se agudizó con la inseguridad ciudadana debido a la presencia de clanes de la droga. Las noticias que llegaban de esta población dependiente de Linares pertenecían más a la crónica de sucesos que a la verdadera realidad de sus habitantes, «gente humilde y trabajadora que vale mucho», dice Melchor Villalba, que en menos de un mes cumplirá un año al frente del Consistorio.

«Nuestro objetivo desde el primer día fue darle la vuelta a las cosas. Hacer de la Estación un buen lugar para vivir. La Estación no estaba muerta solo necesitaba estímulos, hacer partícipes a sus vecinos de un proyecto común. Y en eso estamos», afirma el dirigente, quien subraya la implicación de los jóvenes. «Son los primeros en darnos esperanza».

Tanto Melchor Villalba como sus vecinos se niegan a que el rodillo del olvido siga aplastando su ilusión. Por eso, «esto es solo una prueba más de que la Estación existe y resiste», sentencia el alcalde.

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