Empezaremos diciendo que esta escritora frustrada, lo es, indudablemente, por no pertenecer al mundo del periodismo y de los medios de comunicación; viniendo de ahí, sin duda alguna, su frustración.
Comenzamos este artículo de opinión de esta manera, para que el lector entienda que es una simple opinión de una linarense sin conocimiento expreso del periodismo, pero con claras inquietudes hacia el mismo.
Debemos partir de la base, de que la deontología está presente en todas las profesiones, y que, por ello, también debe de estarlo en la profesión periodística tan asociada al mundo mediático que hoy en día es parte de nuestra vida. Este código deontológico es un orden normativo que afecta a la actividad periodística y que muchos y muchas obvian totalmente.
Podemos decir que los pilares fundamentales de este código son la responsabilidad social y la veracidad informativa, que deriva directamente en contrastar dicha noticia, ya que no todo vale y no todo se debe dar por veraz, máxime cuando puede influir directamente en personas.
Esto es la base para regula la actividad periodística y tiene como objetivo que la información que llegue a la ciudadanía sea una información veraz, objetiva y plural, y se ampara en los principios constitucionales de libertad de información y de expresión.
Pero, ¿realmente el lector entiende que este extremo se cumple en la realidad? Si les parece vamos a ver casos de índole nacional, para cómo no, acabar parándonos a recapacitar sobre este punto, en las noticias que aparecen en nuestro Linares.
Pensemos en algo, que ha saltado a la palestra en los últimos días en relación con la edición de un vídeo de Irene Montero, donde la ministra de Igualdad responde sobre su postura tras la masacre en Melilla.
Con motivo de la «magia de la edición«, se han quitado las opiniones vertidas al respecto sobre este suceso, que ha conllevado una critica voraz en determinados medios de comunicación.
Cierto es que desmontar el bulo es tan sencillo como recoger la declaración que, si dio la ministra, y añadirla al vídeo sesgado que publicaron determinados medios de comunicación, y que como no, se hicieron virales en redes sociales (cuanto daño pueden llegar a hacer las redes sociales).
Pues bien, en base a lo anteriormente establecido, traslado una pregunta al lector: ¿Entienden que se está cumpliendo al cien por cien con la obligación de contrastar las noticias? ¿O entienden que en el mundo mediático adherido como no a las redes sociales, todo vale para conseguir un like o muchos seguidores, o lectores, en definitiva, más audiencia?
Pero si vamos un paso más, nos encontramos que existe un claro conflicto entre la libertad de expresión y la esfera de los derechos de la persona a la que se daña con estas mentiras. De ahí, deviene la mediocridad de lo mediático.
Esta selva, en la que se ha convertido lo mediático, incendiada por la laxitud de las normas en las redes sociales, hace que todo valga para conseguir contentar a la jauría de la audiencia que no deja de pedir, cual testigos de circo romano la cabeza del pobre luchador vencido.
Extrapolando todo lo anterior a nuestro querido Linares, no podemos más que decir que en los últimos meses hemos vivido un circo mediático, con epicentro en nuestro Consistorio.
Esta escritora frustrada, hambrienta de conocimiento de los intríngulis de nuestra ciudad, ha escuchado todas y cada una de las entrevistas, declaraciones, ruedas de prensa que han dado nuestros ediles, atónita a veces y otras hasta con pena de lo que ha dado de sí un actuación democrática, que ha pasado inclusive por la esfera judicial, pero siempre intentando entrever la verdad de todas las palabras dulcificadas que vertían nuestros políticos, para llegar a la conclusión definitiva, de que el sentido de servidor público se ha venido desvaneciendo en algunos.
En los últimos días, y previo a que el caballero de rojo crespón (espero recuerden mi primer artículo), haya logrado conseguir el beneplácito de la doncella y ahora sí sea el alcalde de Linares, se vendía a bombo y platillo y como si se estuviera hablando de la llegada del Mesías; que la portada de nuestra feria volvía a Linares por fin, tras años de desaparición. Y todo, para que días después, el estrenado alcalde dijera que no estaba ni contratada la luminaria de nuestra fiesta grande.
Como podemos observar, todo vale… la mentira o la verdad a medias, es el día a día en el mundo mediático, e indudablemente esta sirve de base a cubrir el ego de muchos y muchas.
Para finalizar este artículo, insisto de opinión, mi opinión, no me queda más que decir que todo lo establecido se magnifica en las redes sociales, ya que nuestros ediles, y tras el estudio de todas las redes sociales por la que suscribe, han sufrido y siguen sufriendo un acoso flagrante, que a mi entender además de ser insufrible es totalmente injustificado, ya que no debemos de olvidar, que antes del cargo son personas.