No se consideran héroes, ni mucho menos, e incluso han tratado de huir de todo protagonismo. Pero su temple y la capacidad de servicio público fueron providenciales para que Macarena Mateos diera a luz en el Hospital San Agustín a una preciosa niña de nombre Triana.
Los policías locales F. J. G. L. y B. F. R. recibieron una llamada sobre las cinco y media de la mañana del pasado 10 de mayo de una mujer que había roto aguas en un domicilio ubicado en la calle Enrique Jardiel Poncela, en la barriada de Arrayanes. Los agentes, adscritos al servicio de noche, no se lo pensaron dos veces. Nada más colgar, se dirigieron a Jefatura para cambiar el coche patrulla por uno sin mamparas y, de ahí, se fueron sin perder ni un segundo a la dirección facilitada por la parturienta.
A los pocos minutos, llegaron a la zona, donde se encontraron a la joven de 29 años sentada con su madre en uno de los bancos de la plazoleta en un avanzado estado de dilatación y con fuertes contracciones y cada vez más seguidas.
Después de tranquilizar a Macarena y prestarle toda la ayuda necesaria, se montaron en el vehículo policial con dirección al Hospital San Agustín, donde quedó ingresada hasta que, a las diez y media de la mañana, vino al mundo Triana de parto natural, con un peso de 3 kilos y 360 gramos.
Este viernes le toca revisión médica y uno de los agentes que participó en esta feliz intervención ha querido saludar a la madre y a la pequeña. «Están las dos de maravilla», comenta con una sonrisa en los labios F. J. G. L., natural de Linares y policía local desde hace doce años.
En principio, Macarena tenía previsto alumbrar el 15 de mayo, pero el nacimiento de su segundo hijo se adelantó. A las cuatro y media de la mañana comenzó la carrera a contrarreloj. Notó que las contracciones eran demasiados seguidas hasta que rompió aguas.
Estaba en casa de sus padres, Felipe Mateos y Mariana Casado, junto con su otro pequeño Kevin, de solo tres años. El problema es que su pareja se encontraba en Santa Elena, donde reside, y no tenía medio de transporte para trasladarse hasta el centro hospitalario.
Primero lo intentó con un taxi, pero, a esa hora, no había ninguno de servicio, por lo que decidió recurrir directamente a la Policía Local. Fueron momentos de tensión y angustia hasta que, por fin, vieron aparecer el coche patrulla con los dos ‘ángeles de la guarda’. «Les estoy eternamente agradecida porque tuvieron un comportamiento maravilloso. Su actuación fue impecable», subraya Macarena mientras mece a Triana.
F. J. G. L. resta méritos a la historia. «No solo nos dedicamos a poner multas, también realizamos otros servicios a la comunidad, como es este que nos ocupa. Es nuestro trabajo», precisa. Sin embargo, siente satisfacción de haber contribuido con su compañero en una acción que requiere determinación y conocimientos, aunque, en su caso, no es la primera vez que asiste a una parturienta.
Hace unos años, en la calle San Gonzalo, recibió un aviso similar, aunque, en esta ocasión, la mujer ya había dado a luz en el interior de un vehículo con la ayuda de su marido. «Recuerdo que también era una niña. Cuando llegamos ya estaba en los brazos de su madre con el cordón umbilical. La arropamos y seguidamente llegaron los servicios médicos», recuerda.