He de reconocer que fue hace seis meses cuando me puse a preparar este artículo, y a la semana lo deje a la mitad. No era capaz de abordarlo como era necesario dada la cantidad de caminos que se me abrían conforme iba escribiendo. Tomé entonces la decisión de pasarme al punk de la DDR. Alrededor de este mundo musical hay gente que sabe mil veces más que yo, y lo que pretendo es solo una aproximación, así que no me deis mucha leña. Comenzamos…..
Andalucía, década de los 70. El rock andaluz fue la banda sonora de una juventud alegre y desenfadada que se estaba sacudiendo toda la laca y los flequillos de la España yeyé franquista y estaba a punto de dar el paso hacia una cultura más enrabietada y más comprometida con su sensibilidad artística. Por supuesto con la inexorable democracia que se estaba cocinando a fuego lento.
Representa una forma de hacer rock pero dicha en andaluz e inspirada en la vida andaluza. Descubrió a toda una generación que el flamenco también existía. Así, nace del resultado de unir la música de la tierra, en este caso el flamenco y la copla, con la música del momento y de aquel tiempo, el rock. Reivindicaba lo andaluz por encima de cualquier topicazo o folclorismo cutre que nos pretendía colocar el facherio de la época.
Fue todo un movimiento musical y sociocultural que vino a coincidir con una de las etapas más importantes de la historia reciente de nuestro país como fue la Transición. La bases americanas de Rota y Morón de la Frontera ejercieron de elemento inductor, y por ahí se introdujo la música anglosajona.
En la provincia gaditana se veían ya pasearse a los primeros melenudos. En el templete de la Plaza de Mina, en Cádiz, se celebraban conciertos improvisados, entre aromas de libertad controlada. En Cádiz surgía Simun, como en Jerez: Los Solos. Grandes bandas influenciadas por el blues rock y los nuevos sonidos, que llegaban a tropel: con el cambio de década confluyeron estilos diversos, la psicodelia posterior al triunfo de los Beatles y el ritmo y blues relanzado por los Stones abrían ventanas al heavy metal, el jazz rock, el rock sinfónico, el folk intimista, los ritmos latinos, y el country rock, entre otros.
Tras el nacimiento del rock en Andalucía y, después de años imitando las fórmulas anglosajonas y americanas, los rockeros andaluces finalmente comenzaron a sonar con su propio acento, sin ambages.
Llegó el primer gran experimento con Smash en 1971, banda sevillana de rock andaluz con toques psicodélicos, de blues y progresivos que los llevaron a lo más alto. Tras unirse en 1967, Henrik Liebgott, Julio Matito, Antonio Rodríguez y Gualberto García y después de la incorporación de Manuel Molina, la vida de estos músicos cambió por completo.
Entre sus grandes trabajos queremos destacar los álbumes ‘Glorieta de los lotos‘ o ‘We come to smash this time’. Esta fue la chispa que provocó la salida de otras formaciones. Finalmente surge todo un movimiento musical y cultural que, con el grupo Triana a la cabeza, firmó una de las páginas más celebradas del rock español. Una época increíble de festivales y conciertos multitudinarios que, con la esencia andaluza por bandera, quedaron en la memoria colectiva de la gente.
Smash y Triana son las bandas más identificativas del estilo, que combina el flamenco con tendencias contemporáneas del rock progresivo. Pero si de alguien hay que hablar es de Ricardo Pachón, figura importantísima en el mundo musical andaluz, el rock andaluz se hace comercial, ya que produce los trabajos de numerosos grupos, entre ellos Triana o Camarón.
Con estos sevillanos, capitaneados por Jesús de la Rosa, se generaliza el término rock andaluz en toda España. Gracias a varios elepés de incontestable éxito y varias giras multitudinarias, recibe discos de platino y se convierte en el grupo español más contratado en 1978.
Triana abre un campo musical enorme, en el que tienen cabida igualmente los teclados electrónicos y el quejío flamenco. Le secundan en este estilo conjuntos como Alameda, Tabletom, Goma, Guadalquivir, Cai, Imán-Califato Independiente, los almerienses de Almanzorao, los cordobeses de Mezquita y Medina Azahara, que refuerzan la corriente con un toque heavy.
Dentro de la misma línea sinfónica otros grupos de cierto renombre regional no llegaron a registrar su música, como es el caso de los granadinos La Banda de los Hermanos Cruz o de los jiennenses Trauma.
El mismo año 1979 ve la aparición del disco posiblemente más conocido del rock andaluz, «La leyenda del tiempo», de un tal Camarón de la Isla con el respaldo de los grupos Veneno, Alameda y Dolores, además de Gualberto y Tomatito.
Su influencia no corrió pareja con sus ventas pues al morir Camarón apenas se habían vendido 6.000 copias del mismo, lo que no es óbice para que figure en todas las relaciones de los discos españoles más influyentes.
Pero volvamos a otro centro neurálgico de este movimiento musical, Sevilla. De allí salieron formaciones tan inmensas como Lole y Manuel, Pata Negra, Triana o Veneno. Grupos que revolucionaron el flamenco, cada uno lo fusionó a su manera, lo adaptó a su forma.
Eso sí, para mí los pioneros no fueron otros que Lole y Manuel, quienes empezaron en el 72 y quienes llegaron, por primera vez, a través de su forma de hacer a todos los públicos. El flamenco de Lole y Manuel es especial, especial por sus tonos, por la voz de Lole, por la letra de Manuel, que es hermosa y poética, por su conjunto tan peculiar y envolvente: bajo eléctrico, melotrón, arreglos arriesgados y búsqueda de las raíces árabes del flamenco. Ellos fueron quienes lo hicieron un estilo para todos, con un concepto totalmente innovador, con un grito a la esperanza, a la libertad y a las ganas de cambio.
En octubre de 1983, Jesús de la Rosa, líder de Triana, fallecía tristemente en una carretera a la edad de 35 años y la banda más representativa de todo aquello desaparecía para siempre. Para entonces, la mayoría de grupos que junto a Triana habían llevado al rock andaluz a la cima de la música española, habían desaparecido o lo harían en breve. Los motivos, una evidente falta de medios y apoyo, y sobre todo la irrupción de una joven Movida Madrileña que ponía el foco toda la atención pública y ocupaba su lugar en lo más alto de la escena musical de este país.
A pesar de la aparición de nuevas bandas y las idas y venidas de grupos pioneros en las tres últimas décadas, nada volvió a ser como antes… Desde la década de los 90 se produce un doble movimiento de avance y retroceso en torno al rock andaluz.
Por una parte, se asiste al nacimiento de grupos de rock alternativos, alejados de la grandes multinacionales discográficas, que desarrollan sus carreras de manera independiente, como les ocurre en sus inicios a los granadinos de 091, Lagartija Nick o Los Planetas, auténticos referentes del cambio generacional en la transición al siglo XXI.
Con diferente fortuna fraguan sus trayectorias los sevillanos de Reincidentes, abanderados del rock reivindicativo; mezcla de guitarras eléctrica y funk. Sin embargo, la influencia del rock andaluz ha ido más allá del propio género, y grupos como El Último de la Fila, El bicho o Mártires del Compás han estado claramente influenciados, y artistas como El Barrio, reivindican su raíz en el rock andaluz. También el Nuevo flamenco ha recogido parte de su herencia o el mestizaje de O´funkillo, Los Deliqüentes, Quentin Gas & Los Zingaros y DMBK.
El caso de ‘Omega’, el disco grabado en 1996 por Enrique Morente y Lagartina Nick, es desde entonces un paradigma y cuaderno de bitácora de quien quiera navegar por estos mares sonoros. También desde coordenadas estrictamente indies ha habido casos sorprendentes, como el de Sr. Chinarro y su giro meridional o el de Los Planetas en La leyenda del espacio, un disco que asume el flamenco en su propia estructura (los palos) por encima de clichés y recursos manoseados. Pero ésta es otra historia y dá para otro artículo. La de hoy va de los comienzos.