Un filial con mucha historia

Los jugadores que formaron parte del Linares B en la década de los 70 se reúnen en una jornada de convivencia para homenajear la figura de la mujer

Por:Javier Esturillo
Jugadores del Linares B en la jornada de convivencia. Foto: Antonio del Arco

Ha pasado una vida desde que compartieron vestuario. La mayoría de ellos ya son abuelos. Les une una amistad que labraron en los campos de la Regional Preferente y Tercera División de la década de los 70. Formaron parte de una de las generaciones de oro de la cantera del Linares.

Este sábado se han vuelto a reencontrar con algún kilo de más, el pelo canoso y algún que otro achaque de salud. Sin embargo, mantienen el espíritu de camaradería que forjaron defendiendo la elástica azulilla del filial. Eran apenas unos chavales. Unos críos con ganas de comerse el mundo con la pelota en los pies.

Su obsesión: jugar en el primer equipo. Muchos lo lograron, otros no. Hubo casos excepcionales, como el de Antonio García Navajas, natural de Posadas, pero afincando en Linares desde que era un bebé. Su carrera deportiva se lanzó después de pasar por el club azulillo. Jugó en el Burgos CF y luego pasó a las filas del Real Madrid CF de los García, con el que disputó la final de la Copa de Europa en el Parque de los Príncipes que perdió frente al Liverpool. Fue internacional en una ocasión con España.

García Navajas nunca ha perdido el contacto con sus compañeros del filial minero, donde disfrutaba de la zurda mágica de Pedrito o del fútbol portentoso de Óscar Monedero o De la Hoz, dos futbolistas que se asentaron en el equipo de Segunda División A, al igual que el meta Soto.

También gozaron de renombre en el balompié local, provincial y andaluz Montiel, Raimundo Linares, Mendoza, Paquito, Moraga, Del Castillo, Peiro, Silvestre, Salva, Leiva, Vicente Velasco, Pablo, Isidoro, Luis Rivas, Crespo y Juan Manuel.

Todos los noveles de aquel plantel se reivindicaban cada domingo hasta tal punto de que llamaron la atención de la afición que llenaba las gradas del Municipal de Linarejos para ver sus diabluras. Era un equipo con descaro, que levantaba de sus asientos a los espectadores. No había tanto encorsetamiento táctico. Ellos lo único que querían eran divertirse, como lo habían hecho previamente en la calle.

Esta sábado, en el restaurante Life in Envero, recordaron anécdotas, experiencias, vivencias, curiosidades, pero sobre todo brindaron por la amistad y por las mujeres, grandes sufridoras de la vida del deportista. La jornada de convivencia fue dedicada a ellas, por su paciencia y comprensión.

Fotos: Antonio del Arco

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