Consumado el descenso a Segunda Federación y acabada la aventura en la Primera Federación, el Linares afronta el reto más difícil: construir un proyecto que ilusione a la afición. No lo tiene fácil. La temporada 23/24 quedará en el recuerdo como una de las peores de la historia del club en sus distintas denominaciones.
Todo ha sido un despropósito esta temporada, desde la selección de los entrenadores, hasta tres han pasado por el banquillo de Linarejos, hasta la composición de la plantilla, plagada de jugadores sin experiencia en la categoría, fichajes exóticos y cesiones, debido a la precaria situación económica de la entidad, salvada a última hora por la constitución en Sociedad Anónima Deportiva (SAD).
Tras una nefasta gestión, toca empezar de cero. Solo cuatro jugadores del actual plantel tienen contrato en vigor: Rodri, Hugo Díaz, Zaki y Carrillo. El resto puede negociar su salida o su continuidad con el club. De momento, de la planificación deportiva no se sabe nada, puesto que el consejo de administración debe acordar la llegada del director general y del director deportivo después de la marcha de Jesús Medina y Miguel de Hita, respectivamente.
A partir de ahí, los rectores del Linares empezarán a construir el proyecto para la próxima temporada en Segunda Federación. Romerito ya ha mostrado su deseo de seguir al frente del plantel, pero todo está a expensas de lo anterior.
Ahora el panorama es diferente, con menos ingresos por abonos y taquillas y sin derechos de televisión ni el plus que da la Copa del Rey. El presidente, Luis Vera, tiene una dura tarea por delante para encauzar una situación derivada de las malas decisiones del pasado.