Recuerdan aquel grito de rabia de Luis Moya: «¡Trata de arrancarlo, Carlos… arráncalo, por Dios…!». Están a punto de cumplirse 26 años una de las grandes desdichas de la historia del deporte. El Toyota Corolla WRC de Carlos Sainz y Luis Moya se paró a pocos metros de alcanzar la meta del Rally de Gran Bretaña de 1998. Los españoles estaban a punto de proclamarse campeones del mundo.
Quizá si hubieran pilotado un Land Rover Santana, seguramente no habrían ganado el Mundial, pero de lo que pueden estar seguros es que aquella mítica frase desesperada no estaría en el imaginario colectivo de toda una generación.
Basta con preguntárselo a Cristófol Albert, el vecino de Catarroja que perdió todo a causa de la DANA del pasado 29 de octubre menos su todoterreno fabricado en Linares. Con la ayuda de Diego Osorno, mecánico colombiano, y bomberos del Consorcio de la Diputación de Málaga, el modelo Serie II de 1965 abandonó el aparcamiento como si nada, aunque eso sí, con barro hasta el techo.
«Ahí lo tienen: Land Rover con 60 años. Le han hecho un apaño y ha salido andando», dice orgulloso Antonio López, bombero de Málaga, mientras graba el coche en el exterior del estacionamiento. «Muchas gracias a Diego y a vosotros -referencia a los funcionarios- por echarme mil manos. Ahora le pegaremos con una Kärcher y mañana a caminar», añade emocionado Cristófol Albert abrazado a dos bomberos después de lograr lo impensable, tal y como se encontraba el vehículo hace unos días.
El vecino de la localidad valenciana, panadero de profesión, estaba tan seguro de que el Land Rover Santana no le abandonaría en la desgracia que él mismo advirtió de que lo dejaran estacionado porque «tiene reparación». Y así ha sido, cumpliendo la leyenda de ‘indestructible’ que le acompaña desde que salió de la cadena de montaje de la mítica factoría linarense.
La historia de este vehículo resalta la robustez y durabilidad que caracteriza a los todoterrenos clásicos de antes. Diseñados para enfrentar condiciones extremas, estos automóviles tienden aparentemente a resistir mejor las inundaciones. Sin embargo, incluso los más fuertes pueden sufrir daños significativos si permanecen sumergidos durante demasiado tiempo. El Land Rover de Cristófol, un modelo Serie II fabricado en 1965, es parte de esta fortaleza.
Vídeos: Antonio López
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