Desde la década de los 60 y hasta bien entrada la de los 90, Linares, como todo pueblo que se preciara, por pequeño que fuera, tenía un cine de verano o incluso varios.
Las sillas de metal que te dejaba marcado el culo y las piernas, ir a buscar tu asiento entre el crujir de un millón de cáscaras de pipas, fumar a escondidas, el ‘niña échate la rebeca por si refresca’, de la abuela previsora, o el primer escarceo amoroso formaban parte del ritual de las proyecciones de películas a la luz de la luna.
El cine de verano ha vuelto a Linares. En concreto, en la Asociación de Vecinos Los Sauces, en el barrio de La Zarzuela, La cartelera se abrió este viernes con la producción ‘Vaiana’, de Walt Disney. La primera película del ciclo contó con el respaldo de los vecinos que pudieron recrear la experiencia del cine al aire libre para toda la familia.
El próximo miércoles, 19 de julio, será la segunda sesión, con el pase de la comedia ‘Todos al tren’, de Santiago Segura. El precio de la entrada es solo de 1,50 euros, pero la organización da la opción de hacerse con el combo completo por solo 3 euros: entrada+palomitas+refresco. Que más se puede pedir para las noches de hastío.
Aquellos maravillosos años
Es de agradecer iniciativas como la de Los Sauces, porque muchos linarenses guardan en su memoria los cines de verano. Uno de los primeros en funcionar fue el Cine Córdoba. Abrió sus puertas en la década de los 40 en la calle del Agua (hoy Canalejas), con espectacular portal de entrada y hermoso patio de sillas rodeado de vegetación y amplia grada de genera. Se anunciaba como el «Jardín de la Cinematografía». En 1956, con la llegada Cinemascope fue necesario convertir su pantalla en panorámica.
Su «estupendísimo» programa era de dos sesiones, una las ocho de la tarde y otra a las diez y media de la noche al precio de una peseta en silla y 0,50 céntimos en general para ver las grandes proyecciones de la Metro-Goldwyn-Mayer, United Artists, 20th Century-Fox o Universal Pictures. Sin olvidar, claro está, el cine patrio con las estrellas rutilantes del momento, desde Juanito Valderrama hasta Antonio Molina, pasando por Carmen Sevilla, Sara Montiel, Alfredo Landa o José Luis López-Vázquez.
Otra de las salas que se recuerda con especial cariño es Belén Cinema, más conocido como ‘Mosquito’, por razones obvias. Se ubicaba en la Carretera de Baños y era cita obligada para las tórridas noches estivales, al igual que el inolvidable Roselly, en el Paseo de Linarejos, uno de los «más cómodos» por sus asientos metálicos abatibles. Funcionó hasta la década de los 90, al igual que el del barrio de La Paz.
Tampoco podemos olvidar en este breve recorrido la Terraza Palacio, con entrada por la calle Sagunto, que ocupaba toda la manzana de la antigua casa solariega de los Marqueses de Linares, y gozaba de un «gran ambigú muy bien atendido».
O el inolvidable Cine España, inaugurado en 1942. ubicado en la Plaza del Ayuntamiento y en sus puertas vendían de todo: pipas, palodul, chicles, caramelos… hasta higos chumbos pelados y fresquitos. A todos ellos se sumaban el Cine Parque San José y el del Coso de Santa Margarita, en cuyo ruedo se colocaban cuidadosamente las sillas para ver los estrenos hollywoodenses.
Personas de todas las edades asistían a ver la películas y a disfrutar de otros espectáculos, porque la mayoría de ellos eran recintos polivalentes, en los que lo mismo alucinabas con Gary Cooper ‘Solo ante el peligro’ que con una actuación de un cuadro flamenco. «Se usaron para actuaciones de orquestas y cantantes, bailes, obras de teatro, pero también combates de boxeo y lucha libre», cuenta Manuel, quien llegó a la ciudad a principios de los 70 para ganarse la vida.
