La imagen de Rocky Balboa subiendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia mientras suena ‘Gonna fly now’ forma parte del imaginario popular y épico del boxeo. Sin embargo, trepar a un ring supone pagar muchos peajes: cejas rotas, ojos morados, costillas magulladas… Esau Castillo Romerio (Linares, 1985) lo sabe muy bien. Fue boxeador profesional hasta que la pandemia corto de raíz sus ilusiones.
Antes de que el coronavirus entrara en nuestras vidas, su carrera era meteórica. Lo había ganado todo en el amateurismo y los promotores de combates comenzaban a apuntar su nombre en sus agendas. Por fin, los años de esfuerzo, sacrificio y entrenamiento daban sus frutos. Esau Castillo tenía un futuro de lo más prometedor en los cuadriláteros.
Pero, ese mundo de púgil con aire ganador se vino abajo con el Covid-19. Las peleas que tenía comprometidas se anularon. A esto se sumó el nacimiento de su hijo, un «niño hiperactivo», como lo define su padre, que le obligó a abandonar el ring para centrarse en su faceta de entrenador.
Esau Castillo supo sacudirse el golpe. Se levantó de la loma, habló con su mujer, Esther Crespo, dio un paso al frente y montó su propio negocio en su ciudad natal: la Escuela de Combate Sugar Ray, en honor a su mentor y maestro, Raúl Buendía. «Lo lejos que he llegado en la vida y en el boxeo se lo debo a él», dice con agradecimiento.
Esau es un tipo fuerte por dentro y por fuera, pero también es humilde y bonachón. Defiende el boxeo como un deporte noble que nace de unos valores y principios que poco o nada tienen que ver con lo que nos ha vendido la literatura y el cine, de gimnasios de aspecto lúgubre y hostil, donde se lían a mamporros los porteros de discoteca.
«Es un deporte muy completo porque trabajas todo el cuerpo; tonifica, da velocidad, resistencia, agilidad», señala para añadir a continuación: «He tenido alumnos que han llegado a perder más de 65 kilos de peso. Aquí, no vienen a pegarse, sino a practicar un deporte, a sentirse bien consigo mismos», remata.
«Es otro ambiente, otro tipo de instalaciones», apunta un usuario. «Es un servicio de calidad, con un local limpio, bien iluminado y moderno. Tienes todo lo que necesitas», enfatiza.
En el Surgar Ray, ubicado en la Avenida de Andalucía, número 36, solo se escucha las voces de los entrenadores y monitores, todos ellos titulados y con amplia experiencia. El respeto hacia su palabra es total, porque la disciplina es una de los pilares que rige el boxeo y el muay thai, la otra disciplina de contacto que se practica en este gimnasio.
Una de las cosas que más llama la atención en el local que regenta Esau Castillo es la presencia femenina. El excampeón linarense ha conseguido introducir a la mujer en este deporte. No importa la edad. Los entrenamientos duran en torno a una hora y las alumnas golpean al saco, hacen comba, sentadillas, sombra simulando golpes o trabajan en parejas esquivando puñetazos. Son las mismas clases que reciben los hombres. «No hay distinción, la igualdad es plena en este gimnasio», afirma su propietario.
Eso sí, existen sesiones son personalizadas si así lo requiere el usuario. «Ajustamos los entrenamientos a las necesidades del socio. Estudiamos cada sesión para que vea su progreso y resultados. Los tiempos los ponen ellos», recuerda Esau. «Es una forma de hacer ejercicio entretenida y desestresante. Es una práctica muy completa que engancha y que, además, aporta defensa personal«, apostilla. Una hora intensa de sudor y adrenalina que se agradece después de la ducha.
Esau Castillo se siente orgulloso de la confianza que los alumnos depositan cada día en él. Son más de 260 socios en el Sugar Ray de Linares. Una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta la enorme competencia que existe en la localidad, «mucha de ella desleal«. «Hay gente que está dando clases de boxeo en Linares sin haber peleado en su vida. No saben lo que es un ring y, sin embargo, se atreven a entrenar a niños. Eso es lo que más pena me da. La filosofía del boxeo es otra y debe impartirlo personas preparadas, federadas y con titulación. No podemos poner en riesgo a la gente, solo por ganar dineros«, concluye.
Yo personalmente llevo con el más de 10 años y es una auténtica locura como entrenador y más como persona. Es mi padre del deporte no puedo estar más orgulloso de él y de su entorno. Me han ayudado mucho en esta vida tan dura y se lo debo todo a él.
Gran deportista y mejor persona Esau … que todo vaya fenomenal a este gran chaval …estuve unos años en gimnasio Aníbal con el .