Antonia María Martínez Palomares no recuerda si fue hace 18 o 19 años cuando se hizo socia de Cruz Roja. Lo que sí tiene claro es que le viene de familia. Su padre, Antonio Martínez Alvarado, ya lo era desde hace tiempo y ella quiso, de alguna manera, seguir el vínculo con la institución humanitaria.
Hace unos días, la Asamblea Comarcal Norte de Cruz Roja quiso reconocer a ella y a otros nueve socios con más de una década de antigüedad por su inestimable ayuda en cada uno de los proyectos sociales que desarrolla por un mundo mejor, alterado de manera abrupta por conflictos bélicos como el de Ucrania, donde se vive un verdadero drama humano. «Ahora más que nunca, Cruz Roja necesita de nuestra colaboración», asegura Antonia María.
La noche previa al acto no pegó ojo. Le costó conciliar el sueño, más aún después de recibir una llamada desde Madrid de un responsable de Manos Unidas, otra de las oenegés a la que está suscrita. El dinero que entregó en Navidad permitió acoger a una familia sin recursos en una vivienda prefabricada completamente equipada. «No me lo podía creer. Me reconfortó muchísimo», dice emocionada.
Para ella, el gesto de Cruz Roja ha fortalecido su creencia en que cada una de sus acciones permitirán ayudar a quienes no tienen para pagar el recibo de la luz, carecen de un techo en el que cobijarse o han tenido que huir de su país en guerra. Forma parte de su «manera de comprender el mundo». «Me hace feliz ayudar al prójimo, porque, cuando muera, el dinero no me servirá de nada allá dónde vaya», reflexiona.
Su corazón solidario no conoce límites. Sus aportaciones van más allá de Cruz Roja o Manos Unidas. También echa una mano a otras organizaciones, como la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer o la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, por citar solo algunas.
Antonia María, de 81 años de edad, tiene el cielo ganado, aunque a ella le sonroja hablar de estos temas. «Prefiero pasar desapercibida. Solo lo hago para apoyar a los colectivos más vulnerables, sin afán alguno de protagonismo». Tanto es así que desde que Cruz Roja la citó para el acto de reconocimiento «apenas pegó bocado». «Pasé mucha vergüenza», asegura ahora.
Durante más de dos décadas trabajó como supervisora del centro de control de calidad de El Corte Inglés en Madrid. Desde que regresó a Linares, su ciudad natal, no ha parado ni un instante de colaborar en distintas actividades solidarias. “El ver que mis aportaciones sirven para ayudar a los demás, supone un orgullo y una satisfacción enorme”, resume.
Captación de nuevos socios
Antonia María es solo un ejemplo de los socios y voluntarias que conforman la familia de Cruz Roja. La institución necesita más personas como ellos y, por tal motivo, ha puesto en marcha una campaña de captación de nuevos socios para que sus programas e iniciativas puedan cumplir sus objetivos.
Solo en 2021, la institución atendió en su área de influencia a 3.380 personas directas en proyectos de empleo, inclusión social, salud, educación, socorros… De ahí, la importancia de su labor social, tal y como destacó, durante el acto, la presidenta de la asamblea comarcal, Rosa María Pérez Lorite, y el referente del área de captación de fondos, alianzas y marketing, Francisco de Asís Márquez.
Fotos: Cruz Roja