Cuando llega la edad de jubilación, normalmente es una despedida de una etapa de la vida y el comienzo de otra nueva, que se hace de forma silenciosa con un hasta pronto. Muy pocas personas pueden decir que la huella que han dejado en su puesto de trabajo en su último día laboral pueda ser tan grande que todos sus compañeros y amigos quieran decir este adiós a lo grande.
Éste es el caso de Luis Antonio Cerón Ripoll, ordenanza municipal. Para este día tan especial, el Ayuntamiento de Linares preparó un más que merecido homenaje para un hombre servicial, amable y honesto, que ha dedicado su vida profesional a la atención al público y a tareas de apoyo administrativo en distintas áreas.

No era extraño verlo, con paso firme y acelerado, ir de un lado al otro del Palacio Consistorial con carpetas repletas de documentos, o salir a la calle a realizar algún recado, siempre sin rechistar y con una sonrisa en los labios.
Este martes se pasó por el que ha sido su lugar de trabajo para recibir el cariño de los empleados municipales que no dejaban de aplaudirle y vitorearle en los pasillos de la Casa Consistorial. No faltaron los sollozos, las lágrimas y la emoción por la marcha de una buena persona.
La cara de Cerón era todo un poema. No se esperaba tal acogida y mucho menos que la mismísima alcaldesa, Auxi del Olmo, y el teniente de alcalde, Raúl Caro-Accino, le entregaran una placa de reconocimiento por su profesionalidad en el ejercicio de sus funciones durante estos últimos 20 años. Este acto espontáneo quedó inmortalizado con numerosas fotos en las que el protagonista, obviamente, era Luis Antonio Cerón, un tipo menudo, pero de gran corazón.




Fotos: Ayuntamiento de Linares