Pasión, disciplina y el agua como medio natural. Son los ingredientes con los que Valeria Fernández Cando, una de las grandes esperanzas de la natación linarense, se ha ganado el billete para el Campeonato de España de Ciudad Real, que se disputa del 11 al 14 de este mes. Sin embargo, se quedará sin competir en el Nacional alevín debido a una serie de problemas en la inscripción. Este error no esconde los méritos de esta prometedora deportista.
A sus 12 años se mueve en el agua con tanta agilidad como fuera de ella. La piscina es como su hogar. Pasa en ella más tiempo que en su casa o en el colegio. Desde que se levanta y hasta que se acuesta piensa en lanzarse al agua y en la manera de ganarle centésimas al crono.
Valeria Fernández tiene un gen competitivo que la hace única. En los últimos Campeonatos de Andalucía, celebrados en Dos Hermanas, la nadadora se clasificó para la final con su mejor marca personal 34 segundos y 87 centésimas.
Abandonó la pileta feliz, aunque consciente de que podía dar un poquito más. Y así lo hizo. Valeria sacó lo mejor que lleva dentro para pulverizar su registro y parar el tiempo en 34 segundos y 32 centésimas. Consiguió acabar entre las siete mejores de su categoría de la comunidad autónoma. Había logrado el objetivo. Un éxito mayúsculo. Un sueño que, por desgracia, no podrá cumplir.
Pese a que el palo ha sido inesperado y duro, ella no cejará en el empeño de estar, algún día, en la élite de la natación española. De hecho, no se ha tomado un día de descanso. Su exigencia es máxima. Lo demostró en las pruebas combinadas de 4×100 y 4×200 metros libres y 4×400 estilos, así como en las preliminares de 200 espalda y 400 metros libres en el autonómico de Dos Hermanas, al que acudió con el CD Natación Andújar, club que comparte nadadores en distintas categorías con el CN Linares.
Dicen sus padres que es una niña inquieta, con ganas de comerse el mundo. Nada más regresar del colegio ACEL, come y se marcha a la pileta. Se entrena de lunes a viernes, tanto en el agua como en el gimnasio. Los sábados y domingos los dedica a la competición al aire libre y cubierta (verano e invierno).
Empezó a nadar cuando solo tenía cinco años, siguiendo los pasos de su hermano Alejandro, que, en estos momentos, se encuentra en Cádiz en el regional infantil y va también para figuara. Su primer contacto con el agua fue lo más parecido a un flechazo. Tanto es así que ya no quiere salir de la piscina o del pantano, porque también participa en torneos de aguas abiertas.
Una vez que se baja el gorro y se coloca las gafas en el trampolín, Valeria deja la mente en blanco. No piensa: confía en que su cuerpo replique lo que ha hecho durante decenas de horas de entrenamiento, puesto que en natación, el talento es sobre todo disciplina e ir a tope hasta el último metro. Condiciones no le faltan.