El pasado domingo por la noche una poderosa explosión alteró la tranquilidad de los vecinos de la Avenida José María López Montes, en pleno corazón del populoso barrio de San José de Linares. La detonación fue tan potente que afectó a las fachadas de varias viviendas y coches estacionados.
El fuerte estruendo provenía de un todoterreno Suzuki Santana de 1994 aparcado frente a la casa de su propietario, un profesor jubilado de la Safa, a quien se lo había regalado años atrás un compañero. El susto fue aún mayor al comprobar los daños causados por la deflagración en puertas, ventanas y automóviles.
Los hechos ocurrieron sobre las diez menos cinco de la noche. En ese momento, se escuchó una fuerte explosión, acompañada de fuego, mucho ruido y un boquete en el suelo. El dueño del vehículo trató como pudo de sofocar el incendio, pero fueron los bomberos los que lo extinguieron.




El incidente fue tan raro que, al día siguiente, se personó en el lugar la Policía Científica de la Comisaria para inspeccionar la zona y los desperfectos ocasionados por la onda expansiva. En paralelo, los agentes solicitaron a la Policía Local que trasladara el todoterreno al depósito para una exploración más profunda.
Después de examinarlo con tesón y solicitar la colaboración de técnicos de Suzuki, la investigación ha concluido que la explosión fue «fortuita» y «accidental», descartando, de este modo, cualquier otra hipótesis sobre el suceso.
Fuentes de consultadas por este periódico confirman que el estruendo que escucharon el domingo se debió a un fallo eléctrico o cortocircuito interno del coche. Los restos del motor y otros elementos saltaron hacia todas las direcciones causando los daños antes mencionados.

Su propietario aún tiene el miedo metido en el cuerpo. «Estaba sentado en el salón viendo cuando me sorprendió la explosión. Fue tremenda», declara a El Nuevo Observador. El hombre, antiguo profesor del centro de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, que se encuentra a unos doscientos metros de su domicilio, reconoce que, en primer momento, no acertaba a saber qué había pasado, si se trataba de petardos o de una broma de mal gusto.
Lo cierto es que, una vez esclarecidos los hechos, el barrio de San José, que celebra sus fiestas, puede estar tranquilo, pues todo ha quedado en un susto. Eso sí, la fortuna se alió con los vecinos, porque, según indican las mismas fuentes, podría haber sido una tragedia si en ese instante algún viandante hubiera pasado al lado del todoterreno.
Fotos: Javier Esturillo