El baloncesto linarense ha vivido otras épocas mejores. Sin embargo, desde hace más de una década experimenta una larga travesía por el desierto. Una situación que hace realmente difícil la reconquista del terreno perdido.
La fusión entre el CAB Linares y el CB Linares abre un nuevo episodio de esperanza para uno de los deportes que más alegrías ha dado a la ciudad. Este jueves, en presencia de la concejal de Deportes, Isabel Bausán, han sellado por escrito el acuerdo de fusión, después de un periodo de negociaciones.
Representa una nueva oportunidad para no perder el talento de los jóvenes jugadores que conforman sus canteras y la manera de enterrar el hacha de guerra que ha prevalecido en el baloncesto local durante demasiado tiempo.
Es un acuerdo en cierta manera es también pragmático, tanto desde el punto de vista deportivo como organizativo. Gracias a él, el nuevo club podrá optimizar los recursos y la utilización de las instalaciones deportivas, amén e aumentar el carácter competitivo de sus equipos.
La lógica se ha impuesto, aunque no es la primera vez que se produce una unión de clubes -enfrentados-. Ya se intentó sin éxito la fusión de los tres clubes que había en la ciudad, el Amigos del Basket, el CB Santana y el CB Linares, presidido entonces por el incombustible Miguel Casado.
La formalización del pacto se hizo, como hoy, en el Ayuntamiento y se habló de «proyecto sólido y conjunto». Duró poco. Por vicisitudes de cada entidad aquella unificación de afición, jugadores y subvenciones quedó en agua de borrajas.
Linares es, quizá, el municipio de la provincia que más clubes de baloncesto ha tenido. Desde el decano -el CB Linares- hasta el más reciente Linabasket, el nacimiento y desaparición de equipos ha sido constante. El Ayuntamiento confía en que este sea la vencida.
