Hay un mundo de los coches más allá de las ITV, el salón del automóvil, el cambio de aceite, el color de la tapicería, la plaza de parking o la conspicua flota de Amadeo Lladós. Un mundo de historias sensacionales en el que el vehículo trasciende su condición material para devenir carne de aventura.
Linares se ha llenado este domingo de historia del automóvil, con un protagonista principal: El Seat 600. El mismo que llamaron Pelotilla, Seílla, Garbancito, lo metieron en los chistes y en sus sueños, y que representó el cambio hacia el futuro sobre ruedas. «Es una más de la familia», se escucha en el recinto ferial, que ha sido el punto de partida de la novena edición de la Concentración Seat 600 y Clásicos Ciudad de Linares.
Desde primeras horas de la mañana, se han dejado ver por el Paseo de Linarejos los coches y sus conductores, orgullosos de lucir sus magníficas piezas, sencillo, fiables y cuidadas como oro en paño. «Se trata de una ruta turística y cultural sin ánimo de competición, una fiesta y un homenaje al automóvil», señala a este periódico Juan Ángel Cuevas, secretario del Club Seat 600, organizador del evento.
Hasta el municipio minero han llegado vehículos desde distintos puntos del país, desde Madrid a Cáceres, pasando por las ocho provincias andaluzas.
Numerosos curiosos se han acercado hasta esta particular sala de exposiciones para conocer más de cerca los automóviles inscritos. Sus dueños y copilotos han atendido las preguntas y curiosidades de las personas que han pasado por allí.
Posteriormente, ha empezado una ruta por las principales calles de la ciudad que ha hecho parada en el espacio de arte Rampa para continuar hasta el complejo de la Tortuga Azul, donde se ha celebrado el almuerzo y la entrega de obsequios. La concentración también tiene un fin solidario y los participantes han entregado alimentos no perecederos para el comedor social de San Agustín de Cáritas Interparroquial.
Fotos: Javier Esturillo
